viernes, 29 de julio de 2016

SU JEFE DE LA MAFIA RUSA



Alana Jameson no quería trabajar en el mundo de la noche, pero tras estudiar una carrera inútil y acumularse las facturas sin pagar, la desesperación se apodera de ella. Acepta un puesto de camarera en el club más de moda de la ciudad, regentado por el multimillonario Vadim Volkov. 


Lo que no se imagina es que ese trabajo cambiará su vida para siempre. 

Vadim Volkov, su nuevo jefe, es un enigma. Mayor que ella, pero peligrosamente atractivo, ha puesto su interés en Alana y ella es incapaz de resistirse a él. Aunque es consciente del riesgo, no puede evitar caer en sus brazos y en su cama. Pero Vadim tiene un lado oscuro que pondrá su vida en peligro... 

¿Podrá resistir la tentación de su peligroso jefe ruso? ¿Podrá Vadim convencerla de que su amor es sincero? 

UN OASIS CASI PROHIBIDO

En la vida hay que esperar lo inesperado. La última vez que Peter Depp pronunció esas palabras no imaginaba que su sombra se proyectaría sobre él. El inaccesible Peter Depp creía estar blindado al amor tras su fracaso matrimonial, pero no contaba con que la chispeante Cris se cruzaría en su camino rompiéndole todos los esquemas. Sin embargo, la vida está llena de sorpresas, algunas de las cuales pondrán a prueba la recién estrenada relación de la pareja. ¿Será su unión lo suficientemente fuerte como para vencer los obstáculos que se interpondrán en su camino?
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miércoles, 27 de julio de 2016

RELATO DE MEGAN MAXWELL PARA EL DÍA DE LA MUJER (DÍA MUJER '16)



En cada capítulo la autora nos dejaba tres opciones para que las lectoras eligiésemos la continuación del relato. Podéis acceder a estas opciones desde su facebook: Megan Maxwell o desde http://www.womansdayspain.es/  en la pestaña ESTILO DE VIDA 

1. VAYA... VAYA... CÓMO HAS CRECIDO




Estoy en la puerta de la casa del guapísimo actor de moda Manuel Beltrán.


Un actor alto, impresionante, con una sonrisa perfecta y un sex appeal que vuelve loco a hombres y mujeres y no solo en el cine español.


Trabajo como periodista freelance y, tras concertar la cita días atrás, llamo a la puerta y una mujer la abre.


-Buenas tardes -saludo educada-. Mi nombre es Raquel Rodríguez y tengo cita con el señor Manuel Beltrán para una entrevista.



La mujer, que seguro que es su representante, me escanea de arriba abajo.


Vale. Mi pelo no es el más peinado, no estoy maquillada y voy en vaqueros. Pero joder, vengo de cubrir una interminable guardia de veinticuatro horas delante del domicilio de otro famosete.


Seguro que la bien peiná me va a decir algo y no precisamente bonito. Me atuso el pelo dispuesta a escucharla, cuando la puerta blanca del fondo se abre y aparece Manuel.


¡Dios… es él!


Durante unos segundos nos miramos. Madre mía que intensidad, hasta que dice:


-Concha, si no te importa, ya me ocupo yo de la señorita.


-¡Es periodista!


Al escucharla decir aquello, la miro. Ha dicho periodista como quien dice "¡peste!". Y al ser consciente de que me he dado cuenta de ello, la bien peiná, suaviza su tono de voz e indica:


-Tranquila, querida, no tengo nada en contra de ti. Solo velo por los intereses de mi representado.


Sonrío por no mandarla a freír espárragos, cuando Manuel se acerca a nosotras y aclara:


-Concha, Raquel no es solo una periodista, es una amiga.


Toma yaaaaaaaaaaaaaaaaaa. ¡De verdad se acuerda de mí!


Manuel y yo éramos vecinos en el barrio de Lavapiés. Íbamos al mismo cole, pero no a la misma clase y, además, coincidíamos en clase de kárate. Deporte en el que recuerdo que el coleguita era el rey. Daba unos Mawashi Geri con un estilazo y una virilidad, que solo con recordarlo ya me echo a temblar.


Lo miro feliz porque me recuerde, cuando a la tal Concha le suena el móvil e indica.


-Tenéis quince minutos. Tras esta entrevista tienes otras tres más, Manuel.


Dicho esto se va y yo me quedo más cortada que un pimiento mientras aquel me escanea de arriba abajo hasta que dice.


-Mi madre me llamó para decirme que venías hoy. Al parecer, se lo comentaste a tu madre y ésta se lo comentó a la mía.


Sonrío. Nuestras madres siguen siendo vecinas y entonces murmura:


-Vaya… vaya con Raquel… cómo has crecido.


Uf… uf… ese, como has crecido ¿Cómo me lo tomo? ¿Bien, mal?


Fea no soy. Lo sé. Y aunque tampoco soy una despampanante mujerona, ni tengo un cuerpazo diez, me manejo muy bien en esto del ligoteo.


Manuel fue el primer muchacho que me besó, mi primer amor y mi primera decepción. Desde entonces ha llovido mucho y he besado mucho, pero el primer amor, como se suele decir, no se olvida.


Sin querer parecer más tonta de lo que me siento, sonrío. Como buen divo está acostumbrado a que todas le hagan la ola, pero yo no quiero formar parte de ese ¡todas! Somos adultos y aunque mi vida no es tan de color de rosa como la suya ni tengo la tontería que tienen las mujeres que salen de su brazo en las fotos de las revistas, lo miro y murmuro con cierta chulería.


-Vaya… vaya con Manu… cómo has crecido tú también.





2. Una vez queda claro que ambos hemos crecido, me da dos besos.


¡Qué bien huele!


Seguro que yo no huelo tan bien como él, que pasando su mano por mi cintura dice:


-Acompáñame al salón. Estaremos más cómodos.



Me dejo guiar. Al fin y al cabo es su casa y, cuando abre una puerta corredera de cristal que tiene que costar lo que gano yo en diez meses, murmuro al ver aquel impresionante salón que nada tiene que ver con la casa de 60 metros donde ambos crecimos o la mía de 55 en la que vivo.


-Guauuuu… qué pasote.


Manuel sonríe y yo me regaño a mí misma.


Pero vamos a ver: ¿Por qué no he contenido ese guauuu... qué pasote?


Sin pararnos, vamos hacia una precioso sillón beige claro y no sé si sentarme o no. Horas antes estaba sentada en el suelo de un jardín, junto a varios compañeros, en busca de la noticia y la foto de una famoseta con su nuevo novio y tengo que tener el pantalón algo sucio. Sin hablar, dejo el bolso sobre la mesita de cristal, y con disimulo, me sacudo los pantalones por atrás.


Manu me observa de pie a mi lado mientras yo sigo a lo mío hasta que escucho:


-Siéntate ya, mujer.


Con una sonrisa me siento.


Se sienta a mi lado y su olor fresco vuelve a inundarme la nariz.


Obviando aquel tonto detalle cojo mi carpeta, la abro. Saco de mi bolsote unas gafas, me las pongo, después enciendo la grabadora y, una vez me cercioro que está grabando, la dejo sobre la impoluta mesita y pregunto lo más profesional que puedo.


-¿Comenzamos?


-Cuando quieras.


Ojeo mis anotaciones. Dios ¡estoy nerviosa como una principianta! Y sin mirarlo indico:


-Tu última película es 'Un verano en Tokio', en la que compartes cartel con los sex symbolsde Hollywood Channing Tatum y Sam Worthington. ¿Qué ha supuesto para ti?


Manu sonríe. Por el amor de Dios, ¡qué sonrisa tiene!, y a escasos centímetros de mi persona pregunta:


-¿Siempre has llevado gafas?


Niego con la cabeza. No… no… ¡eso no es profesional! pero respondo mirándole.


-Las uso desde hace un par de años. Vamos respóndeme.


El muy sinvergüenza, consciente de mi desconcierto, contesta a mi pregunta y, una vez acaba, clava su mirada en mí y afirma.


-Te quedan muy bien.


Sonrío. No lo puedo remediar. Soy así de simple.


Pero vamos a ver: ¿A quién no le gustaría que uno de los sex symbols del momento le dijera algo bonito?


Una vez consigo encauzar la entrevista, Manu se centra en responder lo que yo pregunto y todo fluye entre ambos. Se nota que estamos a gusto en nuestros papeles, cuando la puerta se abre y su representante entra, nos mira y dice.


-Lo siento chicos, pero debéis acabar. Ha llegado el siguiente periodista.


¿Ya han pasado quince minutos?


Sorprendida miro el reloj. Realmente han pasado veinte, cuando de pronto una chica guapa, pero guapa… guapa, entra en el salón y, tras echarme una mirada de ¡cuidadito lagarta que es mío!, se acerca mimosa a Manuel y dice en inglés.


-Amor. He acabado pilates y me voy a la peluquería. Luego nos vemos.


Dicho esto, lo besa en la boca marcando su terreno ante mí, y después se va.


Apago la grabadora. No sé la razón pero lo ocurrido me ha incomodado y, cuando estoy metiéndo la grabadora en mi bolsaco, siento la mano de aquel sobre mi rodilla y cuando lo miro dice.


-¿Qué tal si me das tu teléfono? Te llamo y te invito a cenar.


Sonrío. Niego con la cabeza. ¡Ni loca! e insiste.


-Cenamos y nos ponemos al día.


¿Al día? ¿Ponernos al día? Madre mía, éste tiene más peligro que un cirujano con hipo, y cuando voy a decir algo insiste.


-Vamos Raquel, por los viejos tiempos.





3. Tras una entrevista que creo que ha salido chula, aunque para chula ya estoy yo, me despido a toda prisa sin darle mi teléfono y me escapo como alma que lleva el diablo.


Por suerte, entre el periodista que esperaba su turno y la bien peiná de su agente lo frenan y no puede salir detrás de mí.



Con decisión me encamino hacia la redacción. Tengo que trabajar. Voy pillada de tiempo. Nada más verme mi amiga Loli, que es jefa de redacción, me cede una salita, me da un sándwich para que me lo coma y me pongo a escribir la entrevista. La voz de Manuel sale de mi grabadora e inconscientemente el vello de mi cuerpo se me pone de punta.


¡Qué voz! ¡Qué voz tiene el puñetero!


Una vez termino el trabajo, se lo paso a Loli, ¡Mi gran Loli!. Esa amiga que conoces en la universidad, que estudia lo mismo que tú y que nunca se olvida de ti ¡Esa es mi Loli!


Con una sonrisa lo lee y, una vez lo acaba, me mira y pregunta.


-¿Es tan impresionante al natural como en pantalla?


Sonrío. Y quitándole hierro al asunto, pues no he dicho que era mi vecino, respondo.


-Es agradable y no te voy a negar que es un guaperas.


Loli vuelve a sonreír y, alejándose con mí con la entrevista en la mano, dice.


-Pásate por la tercera planta. Alguien quiere proponerte algo.


Rápidamente recojo mi maxibolso y me encamino a la tercera. Allí me encuentro con Pedro, un fotógrafo que me propone cubrir con él un evento esa noche. Rápidamente acepto. El trabajo es el trabajo y quedo con él en la Puerta del metro de Callao a las siete. El evento comienza a las nueve en una discoteca cercana y queremos pillar buen sitio para realizar nuestro trabajo.


Una vez salgo de la redacción, me voy a casa. Quiero ducharme y cambiarme de ropa.


Al entrar en mi pequeño apartamento, quien sale a recibirme es mi perro Flash. Un cruce de callejero con callejero en color blanco, que como siempre me hace uno de sus exagerados recibimientos ¡Cuánto me quiere mi pequeño!


Una vez consigo que Flash se relaje, decido darme un bañito en vez de ducharme. Tengo tiempo. Rápidamente pongo la bañera a llenar, mientras saco a Flash a la calle. El pobre tiene que hacer sus necesidades.


Cuando regreso, me quito la ropa y dejo el móvil sobre la cama. Entro en el baño, echo sales de baño y sonrió al ver que ya está casi llena.


Enciendo la radio y rápidamente la voz de Meghan Trainor y Charlie Puth aparecen cantando 'Marvin Gaye', ¡qué linda canción!


Con la bañera llena, cierro el grifo y me meto en ella.


-¡Oh Dios… oh Dios qué placerrrrrrrrrrrrrr!


Apoyo la cabeza en el borde y comienzo a tararear la canción, cuando de pronto sin esperarlo Manu aparece en mi mente. Sonrío mientras con una deliciosa pereza mis manos húmedas tocan mi vientre y lenta muy lentamente mis piernas se separan y mis manos bajan hacia mi sexo.


-¡Ummm!


Con los labios entreabiertos dejo escapar un pequeño gemido, cuando mi dedo corazón toca mi mojado clítoris y con movimientos lentos y circulares comienzo a darme placer, mientras siento como mis caderas serpentean y mi imaginación vuela libre como el viento.


Pensar en Manuel me calienta, me calienta hasta el alma, mientras recuerdo sus ojos, su voz, su peligrosa sonrisa y continúo con mi particular fantasía imaginando que es su dedo quien toca mi increíble botón del placer.


-Sí Manu… sigue… lo haces muy bien… no pares.


Reconozco que a partir de ese instante me olvido del mundo. Me centro en mi propósito y disfruto.


No sé cuánto tiempo dura mi morboso juego. Solo sé que cuando tiemblo y llego al clímax el momento es como poco colosal y el agua está congelada ¿pero cuánto tiempo he fantaseado?


Congelada me levanto y con una sonrisa de oreja a oreja me doy una ducha.


¡Viva la imaginación!


Una vez salgo de la ducha, me pongo el albornoz y mirándome en el espejo murmuro divertida.


-Estás muy… muy loca.


En ese instante escucho sonar mi móvil que está sobre mi cama. Su sonido me hace saber que he recibido un mensaje. Descalza, camino hasta mi cama y al coger el móvil y abrir el mensaje la mandíbula se me cae al suelo al leer:


"Eres una buena escapista, pero ya te tengo".


Rápidamente sé quién lo envía.


¿Pero cómo me ha localizado? Y antes de que pueda pensar recibo otro mensaje que dice.


"Por cierto, tu madre sigue tan encantadora como siempre".


Incrédula cierro la boca.


Ese sinvergüenza ¿ha llamado a mi madre para conseguir mi teléfono?

4. Cuando llego al metro de Callao, Pedro, el fotógrafo ya me está esperando.


Entre risas vamos al Starbucks y después, con algo fresquito en nuestras manos, tomamos posiciones en el sitio reservado para la prensa en el lateral de la sala de fiestas donde se realizará el evento. Minutos después compañeros de otros medios comienzan a posicionarse junto a nosotros y al final, como siempre, parecemos sardinas en lata.



El tiempo pasa y la gente que pasa por allí comienza a agolparse detrás de nosotros atraídos por los focos y la música. Y aunque los seguratas del evento intentan contenerlos para que no interfieran en nuestro trabajo es imposible.


¡Comienzan los empujones!


Llegan los primeros famosos y Pedro mirándome dice:


-Preciosa… comienza el baile.


Yo sonrío. A Pedro lo conozco poco pero es un amor de chico y, mientras él hace fotos, yo con mi grabadora pregunto a los invitados y algunos contestan. Hay de todo. Famosos encantadores y otros petardos que se creen descendientes del Cid Campeador.


Entrevistando estoy a uno cuando de pronto un chillido general me hace saber que alguien importante ha llegado y, cuando miro, veo a Manuel con un impresionante smoking negro, junto a la guapita que estaba en su casa. La gente se vuelve loca, ¡lo adoran! Yo decido darme la vuelta y desaparecer hasta que pase. No quiero ni verlo, ni entrevistarlo.


Intento moverme pero la gente enloquecida comienza a empujar y me veo aprisionada contra la valla. "¡Joder, me la estoy clavando en la espalda!".


Mi compañero, al ver mi gesto dolorido, olvidándose de su trabajo comienza a empujar. Quiere ayudarme. Quiere quitarme a la gente de encima cuando de pronto siento cómo alguien me coge por las axilas, me levanta y me deja en el suelo. "Uf…puedo respirar".


Los seguratas del evento contiene la avalancha y yo, mirando a Pedro, le hago saber que estoy bien, que no se preocupe, pero, al darme la vuelta, mis ojos y los de Manuel chocan y éste con gesto serio dice:


-¿Estás loca? ¿Cómo te metes ahí?


Boqueando como un pececillo lo miro, mientras la seguridad pone orden a la gente que grita a nuestro alrededor.


"¿Él me ha sacado de allí? No sé que decirle".


Solo quiero respirar, cuando mi compi Pedro, desde el otro lado de la valla, ya menos congestionada me coge del brazo y pregunta preocupado:


-¿Estás bien preciosa?


Como puedo asiento todavía con el susto en el cuerpo, cuando escucho a Manuel decir de no muy buenos modales:


-Sí. La preciosa está bien ¿Cómo permites que le ocurra algo así? ¿Quién coño eres tú?


Pero buenooooooooooooo…


Pero buenooooooooooooo…


Pedro me mira. Yo lo miro. Y recuperando mis fuerzas y con toda mi mala leche, me zafo de la mano de Manuel y, mientras me subo a la valla con agilidad para pasarme de nuevo al otro lado, pregunto en plan malota:


-¿Y quién narices eres tú para hablarle a Pedro así?


La gente nos mira. Los compañeros de prensa flipan. Los seguratas, no dan crédito. Pedro alucina. Manu pestañea. Su acompañante sonríe por no llorar y yo, ya desde el otro lado de la valla y antes de que aquel listillo diga algo más, siseo:


-Mira guapito, muchas gracias por tu ayuda, pero tengo que decirte que no todos nos ganamos la vida por tener una bonita cara. Otros trabajamos desde este lado de la valla y ahora, si no te importa, llega Mario Casas y lo quiero entrevistar. Tú no me interesas.


Todos vuelven a flipar. Madre mía, el alien que sale de mi cuando me enfado. Manu no dice más. Simplemente vuelve a instalar su sonrisa en los labios, coge a la guapita del brazo y obviándome le oigo que dice con toda su mala leche.


-Entremos en la fiesta cielo. Al parecer, según esta periodista, ya hice mi buena obra del día.


Dios… ¡Diossssssssss!


¡A qué le tiro la grabadora a la cabeza!


Me contengo. No quiero salir en la prensa por haber agredido al guapito de moda. Todos me miran. Pedro me mira. Imagino que pasaran mil cosas por sus cabezas y, cuando veo que mi compi va a decir algo, lo miro y siseo:


-Mejor no preguntes. Te lo agradeceré.


Pedro asiente y, cuando Mario Casas pasa por mi lado, me lanzo a preguntarle. Estoy allí para trabajar, no para hacer amigos.

5. Agotada llegó a mi casa a las 23:30.



Haber estado metida en todo aquel berenjenal, con la gente empujándome, no es algo que me agrade, pero indiscutiblemente forma parte de mi trabajo.


Cuando abro la puerta, Flash, mi precioso perro viene a mi encuentro. Su recibimiento, como siempre, me hace sonreír y cuando ve que cojo la correa para sacarlo a la calle ¡hasta parece que sonríe!


Tras pasar media hora con él y sus amiguitos perrunos en el parque que hay frente a mi casa, cuando regreso, entro en mi habitación, me quito los vaqueros, la camiseta, las botas y me pongo algo cómodo.


Ataviada con un pijama con la insignia de Batman en mi pecho, me preparo un sándwich y abro una ensalada de esas que vienen preparadas. Mi tiempo es oro.


Con ello entre las manos me siento en el sofá dispuesta a relajarme viendo la tele, pero en mi mente vuela una y otra vez el encontronazo con Manu en la puerta del evento, hasta que me regaño y grito.


—¡Basta ya de pensar en ello cansina!


Flash me mira. El pobre debe de pensar que estoy como una cabra.


Con el mando de la televisión en la mano comienzo a cambiar canales hasta que encuentro una peli que adoro. 'Australia'. Y mientras como ensalada, me preparo para ver al guapísimo Hugh Jackman echarse el cubo de agua por encima. Por Dios… por Dios… vaya cuerpazo que tiene el bombonazo de Hugh y que bien se echa el agüita por el cuerpo.


Ensimismada estoy con la película cuando mi móvil vibra y al mirar el mensaje me atraganto cuando leo.


¿Es 3º A, B, C o D?


Boquiabierta blasfemo. Por Dios qué boquita tengo.


Es Manu y no pienso contestar cuando recibo otro mensaje que dice: "Son las 00:20. Si no quieres que despierte a tus vecinos, dime qué letra es".


¡MecagoensupadreensumadreensuprimaladeMurciayentodasufamilia!


¡Me agobio!


Mi vecino Gregorio el hombre se levanta a las 3 de la mañana para irse a comprar fruta a MercaMadrid y si llama ¡le corta el sueño! Por lo que cojo el móvil y escribo.


Olvídate que existo ¡pesado!


Dejo el móvil sobre la mesita y doy un mordisco a mi sándwich, pero la inquietud que tengo en el cuerpo ya no me la quita nadie, cuando escucho sonar un portero automático.


¡Por Dios… por Dios…! ¿De verdad va a llamar a todos?


Horrorizada, cojo el móvil y pongo: "3º C"


Dos segundos después suena mi portero. Lo miro como el que mira a su peor enemigo y cuando vuelve a sonar, lo cojo y pregunto lentamente.


—¿Qué narices quieres?


—Escucha Raquel. Solo quiero verte y aclarar lo que ha pasado y…


—Lo que ha pasado por mí está aclarado —le corto—. De verdad que no me tienes que aclarar nada. No sé qué pretendes pero…


—O abres la puerta o llamo al 3º B.


—¡No serás capaz!


—Ponme a prueba —me suelta.


Nooooooooooooo….


Ese es el de mi pobre vecino Gregorio. Y antes de que se le ocurra poner su dedito en el portero de aquel, mi dedazo se pone sobre el botón de mi portero y abro.


Maldigo. Maldigo a todo el mundo porque aquel está allí, cuando un par de minutos después, escucho que unos nudillos llaman a mi puerta.


Flash, me mira. Se levanta. Se pone alerta y mirándolo siseo.


—Ataca y muerde.


Respiro hondo, voy hacia la puerta, eso sí, antes me miro en el espejo para ver que estoy presentable y una vez mi pelo está medianamente decente, abro como el que no quiere la cosa y antes de que él diga nada gruño.


—No sé que haces aquí, pero si sé que o te vas o lo vas a lamentar.


—¡Batman! —sonríe él mirando la pechera de mi camiseta—. ¿Sabes que me han propuesto para trabajar en la próxima película de Batman?


Lo miro. Me importa un pimiento sus proyectos y al sentir que mi perro se pone a mi lado digo.


—Vete, o Flash se encargará de ti. Está entrenado para atacar.


Pero antes de que termine de decir aquello último, el sinvergüenza de Flash, el entrenado para atacar, se pone a dos patas sobre él y se lo come a besos, mientras Manu sonriendo dice.


—Creo que su entrenador te está engañado.

6. Sin ganas de discutir con Manu y de matar a Flash cierro la puerta. Está visto que entre los dos me dan la noche. Cuando entro en mi salón siento que Manu entra detrás de mí y le oigo decir.


- Qué bonito salón.


Escucharle eso me pone sobre alerta y volviéndome hacia él, pregunto.


- ¿Qué quieres? ¿Qué haces aquí?


Manu sonríe.


Ay… ay… ¡qué sonrisa!


No responde. Solo me mira e insisto.


- Mira de verdad, no sé qué haces aquí a estas horas, cuando tenías que estar con la chica de largas piernas y…


Pero no puedo decir más. Manu viene hacia mí, me coge de los codos para que no me pueda mover y mirándome a los ojos murmura.


- De verdad me preguntas ¿Qué hago aquí?


No sé que responderle.


No sé que pensar.


Solo sé que antes de que él me bese ya lo estoy besando yo y cuando nuestras bocas se separan sonrío. Soy así de idiota ¡y sonrío! Mientras me olvido de la racionalidad, del error que estoy a punto de cometer, de la chica de largas piernas que sin duda lo estará buscando y solo pienso en mí y en lo que me apetece en ese instante.



Sin dudar llevo mis manos hasta sus
hombros, deslizo su chaqueta por sus brazos hasta que esta cae al
suelo y mirándolo con el morbo que ya sé que tengo instalado en la
mirada murmuro.




- Tú te lo has buscado amiguito.



Manu, el amiguito, sonríe ¡ya no
sonrío yo sola!




Y cogiéndome entre sus brazos vuelve a besarme. Introduce su caliente y húmeda lengua en mi boca y ¡oh Dios… oh Dios! Me deja sin respiración. Por favorrr ¡cómo besa el puñetero!


Beso va…


Beso viene…


Y cuando la temperatura ya no puede subir más, me mira y pregunta.


- ¿Dónde está tu habitación?


Entre sus brazos y dispuesta a todo murmuro mimosa.


- Sal al pasillo y al fondo a la derecha.



Hace lo que le pido sin rechistar,
mientras Flash, el de ¡ataca y muerde! Duerme tan tranquilo sobre el
sofá. Anda queeeeeeeeeeee…




Sin parar de besarnos entramos en mi dormitorio y sobre la cama están la ropa que me he quitado un rato antes, pero da igual. No importa. Solo importa la locura que estamos a punto de cometer.


Manu, tras cientos de maravillosos besos me deja en el suelo, y yo sin apartar mi mirada de la suya, le desabrocho los botones de la camisa. Una vez abierta esta cae al suelo y gustosa le chupo el hombro derecho.


¡Ummm qué buen manjar!


Ropa va…


Ropa viene…


Los dos acabamos desnudos sobre mi cama y al mirarlo me sorprendo y estoy por gritar.


¡Woooo… cómo has crecido muchacho!


Pero pasando de los preliminares que dejamos para otro momento, una vez él se pone un preservativo que ha sacado de su cartera, se tumba sobre mí, y mientras su duro y sedoso pene entra lentamente en mi cuerpo, murmura volviéndome loca.


- Eres un cajita de sorpresas Raquel.


Sonrío. Vuelvo a sonreír.


Es una locura lo que está ocurriendo ¡pero está ocurriendo y yo lo he provocado!


Disfruto…


Disfruta…


Manu me posee apasionadamente y yo me abro para facilitarle el camino mientras lo obligo a que no pare, a que continúe con su maravilloso movimiento de caderas.


Suenan nuestros rítmicos jadeos mientras nos miramos a los ojos y ante el placer que siento sale un grito de mi boca y Manuel sonriendo murmura.


- Sí… eres preciosa…


Enloquecida. Acalorada. Excitada. Enajenada. Entusiasmada. Emocionada. Así me siento mientras mis manos le dan unos azotitos en el trasero para que no pierda el compás.


Nos miramos. Nos tentamos. El morbo está servido. Ambos sonreímos, cuando de pronto, hace un movimiento involuntario que rompe el ritmo y grita saliendo de mí a toda prisa.


- ¡Joderrrrrrrrrrr!


Lo miro. ¿Qué ha pasado?


Pero rápidamente me respondo cuando veo a Flash enseñando los dientes y al pobre Manu, tocándose el trasero mientras me dice mosqueado.


- Tu puñetero perro me ha mordido.


Alucinada. Bloqueada. Paralizada y con ganas de matar a Flash, lo miro y al ver una gotita de sangre en el trasero de Manu, miro a mi perro y digo.


- Por el amor de Dios Flash ¿qué has hecho?


El mencionado desaparece de allí como alma que lleva el diablo y yo sin saber si reír o llorar porque la situación, más surrealista, no puede ser, miro a un Manu pálido y desconcertado y murmuro.


- Flash tiene todas las vacunas en orden, pero…


- ¡Me ha mordido joder!


- Creo… creo que deberíamos ir al hospital a que te lo miraran.


- ¿A que me miren el culo? —grita— ¡Joder… joder…. Joder…! ¡Perfecto! Mañana saldré en toda la prensa y seré el hazmereír de media humanidad.


Me río. No lo puedo remediar.


Pero la risa se me corta al ver como me mira. Pobre. Tiene razón. Y tirando de ingenio, cojo mi móvil, llamo a una amiga enfermera que trabaja en el hospital Doce de Octubre y una vez cuelgo digo.


- Tranquilo. Tengo una amiga que vendrá en un rato para ayudarnos.


- Quizá es mejor que me vea un especialista en el hospital —protesta.


Yo resopló, mientras él blasfema por lo ocurrido y yo sin que me vea, vuelvo a sonreír. ¡Soy así!

7. Manu no me mira.


Está enfadado por el mordisco que el puñetero de mi perro Flash le ha dado en el trasero y ni me habla. ¿Pero qué culpa tengo yo?



Con penita lo miro. El pobre. Tan guapo… tan alto… pero tan ¡quejica!


Porque oye… el tío es muy guapo, muy alto, pero hombre… no hace más que mirarse su bonito culo en el espejo sin parar de decir aquello de "joder… joder…"


De pronto suena el portero automático de la puerta. Manu y yo nos miramos e intentando insuflarle positividad murmuro:


- Esa debe de ser mi amiga Gloria.


Manu asiente. Sigue sin hablar y yo salgo de la habitación.


- Ahora vuelvo.


Cuando cierro la puerta respiro. ¡Qué tensión!


Corro y en mi camino me cruzo con Flash que me mira con ojitos. No digo nada. Mejor no, y doy al pulsador para que la puerta del portal se abra. Ya hablaré con Flash.


Me acaloro.


Ahora tengo que explicarle a Gloria a quien tengo en la habitación sin que se desmaye.


Abro la puerta de mi casa y del ascensor sale mi amiga que me mira y sin levantar la voz cuchichea.


- Más te vale que un glaciar se esté descongelando en tu salón o que la capa de ozono entre por la ventana de tu casa porque estaba teniendo una cita increíble con un tío que…


Le tapo la boca con la mano. Necesito que se calle. Y mirándola digo bajando la voz tras cerrar la puerta de mi casa.


- Lo que vas a ver a continuación, sé que te va a sorprender más que si un glaciar se descongela en mi salón y necesito que me ayudes. Pero que me ayudes y me guardes el secreto.


Gloria se echa hacia atrás, me mira y en murmullos pregunta.


- ¿No habrás matado a alguien y me buscas para crear una coartada?


- Nooooooo.


Mi amiga mira a Flash que la está saludando y agachándose dice.


- Cómo está mi cucurucucu…tutulucu…Muturutu.


Flash, el de ¡ataca y muerde!, se espanzurra en el suelo al escucharla. Adora a Gloria y yo cogiéndola del brazo para que se levante insisto.


- Gloria, prométeme que lo que vas a ver aquí no se lo vas a contar a nadie.


- Pero Dios mío -se mofa aquella mirándome-. Me estás asustando. Ni que Gerald Butler estuviera desnudo esperándonos dispuesto a hacer un trío en tu habitación.


La miro. Me mira.


Mi cara es un poema y esta sonriendo abre la boca y grita.


- ¡No me digas que es Gerald Butler!


Voy a decir algo cuando la puerta se abre de par en par y Manu con toda su mala leche nos mira y sisea.


- No soy Gerald Butler pero te agradecería que vinieras y me curaras para poder marcharme.


Dicho esto cierra la puerta y Gloria que se ha quedado patidifusa no ¡lo siguiente!, se apoya en la pared y murmura.


- Creo que las setas que he comido en la cena eran alucinógenas.


Niego con la cabeza. No alucina. Y mirándome insiste.


- Ese es…


- Sí…


- Ese… Ese…es…


- Sí.


Gloria se da aire. Yo también y cuando me mira pregunta.


- ¿Qué hace aquí? ¿Qué ha pasado?


Sin perder tiempo le explico lo ocurrido y sin poder remediarlo comenzamos a reír. Nos tapamos la boca para que aquel no nos escuche cuando de pronto la puerta se abre y Manu gruñe.


—Por el amor de dios ¡me estoy desangrando! Queréis dejar de reíros de mí.


Gloria me mira. Yo la miro. La risa se nos corta.


El susto o ¡yo qué sé! Se instala en su mirada y agarrándola del brazo digo.


—Tienes que ayudarnos.


Más acojonada no la he visto en su vida a mi pobre Gloria.


Entramos en la habitación, Manu furioso y sin hablar se da la vuelta, se quita la toalla para enseñarle en trasero y Gloria se sienta en la cama en shock. La miro. Me mira y cuando siento que se va a desmayar murmuró.


—Ni se te ocurra.


Dándole aire, consigo que Gloria le cure la herida.


Por suerte no es grave. Le pone una vacuna y le da un par de puntitos con delicadeza y mimo, mientras Manu resopla y sigue con aquello de… ¡joder… joder!


Una vez termina, Manu sin mirarnos se mete en el baño y Gloria que creo que sigue en coma, me mira y murmura.


—Dios… le he tocado el culo a Manu Beltran.


—Ya te digo. Precioso culo —afirmo.


—Le he cosido el trasero a Manu Beltran —insiste en shock.


Vale… entiendo que aquello le ha impresionado pero mirándola voy a decir algo, cuando el tan nombrado sale del baño ya vestido, y mirándonos dice.


—Lo ocurrido no puede salir de aquí.


Asiento. Lo prometo ¡claro que lo prometo! y mirando a Gloria que lo mira con la boca abierta, le doy un codazo y esta afirma.


—Tranquilo, nadie sabrá que te he visto y cosido tu duro trasero.


Manu maldice y justo cuando Flash se asoma por la puerta, este me mira y sisea.


—Sujeta a ese asesino. Voy a salir de una santa vez de aquí.


Llamo a Flash. Este con su cara de bonachón se acerca a mi. Lo agarro del collar y el divo entre los divos de Manuel Beltran, sale de mi habitación y de mi casa sin decir adiós, ni mirar atrás, mientras Gloria se mira las manos y murmura.


—He tocado a Manu Beltran.


Resoplo. Maldigo y pienso que la noche no ha podido ir peor.

8. Han pasado diez días desde el episodio de Manu y Flash en mi casa.


No he vuelto a saber de él y casi que lo prefiero, cada vez que lo recuerdo sonrío y, la verdad, verlo sería embarazoso porque no sé si podría contener la risa.



Es viernes y he quedado con Nico y Fonso, dos colegas periodistas como yo, y con Gloria.


Me he puesto mi vestido rojo y mis taconazos y nos vamos a cenar y a tomar unas copas después ¡la noche es joven!


Nico es mi rollete ocasional. Somos amigos, pero esa clase de amigos con los que de vez en cuando la noche acaba en revolcón. Ni Nico tiene novia, ni yo novio ¿a quién le hacemos daño?


Una vez llegamos todos al metro de Sol, nos saludamos y Nico, que es un figura y no solo por lo bueno que está, mirándome murmura.


- Hoy estás cañón.


Sonrió. Sonríe.


Conclusión ¡esta noche tengo sexo!


Como dos parejas nos dirigimos a cenar a un sitio que han abierto nuevo. Germán, el hermano de Fonso, trabaja allí y nos han conseguido mesa, pero antes de entrar me encuentro con mi amiga Priscila. Está cenando en el restaurante de al lado y al pasar a saludar a su novio, al fondo veo a Manu cenando con otra mujer. Por suerte no me ve, ni mis compañeros lo ven a él y salgo a toda mecha de allí.


Cinco minutos después, tras saludar a Germán, nos sentamos y pedimos una botellita de vino mientras comentamos la última semana de trabajo.


Gloria me mira. Le advierto que el secreto que tenemos tiene que seguir siendo secreto y como siempre no me decepciona ¡qué maravillosa que es mi Gloria!


Acabada la cena decidimos irnos a tomar algo a "Salseando" un local de salsa muy divertido y allí durante un par de horas bailamos, reímos, bromeamos hasta que de pronto Fonso murmura.


- ¡No me lo puedo creer!


Todos lo miramos y este como si hubiera visto una aparición mariana indica sacando su móvil.


- Manu Beltrán está en aquel reservado con Sofía Lacostierre.


- No jodas macho —masculla Nico mirando.


Yo miro ¡cómo no voy a mirar!


¿Pero acaso me sigue?


Y sí. Afirmativo.


Allí está Manu, tan guapo como siempre con la hija preferida de un famosísimo cineasta francés en un reservado, pero sin querer echar mi noche a perder protesto.


- Venga ya chicos ¡que estamos divirtiéndonos!


Nico asiente, me mira y pregunta.


- ¿No vas a fotografiarlo?


Comienza a sonar por los altavoces la canción 'Suavemente' de Elvis Crespo y moviéndome con sensualidad respondo.


- No. Paso.


Gloria sonríe. Baila conmigo y Fonso insiste.


¿Pero tú sabes lo que vale esa foto?


Lo sé. Claro que lo sé. Trabajo en ello pero sin dejar de bailar respondo.


- ¿Y tú sabes lo mucho que me gusta esta canción?


Como es de esperar Fonso y Nico pasan de mí y sacando sus móviles se mueven por la sala en busca de la fotografía perfecta para vender. Reconozco que si hubiera sido otro famosete yo también lo haría, pero no, con Manu paso ¡payaso!


Desde mi posición observo cómo baila en el reservado con aquella pavisosa.


Por Diosss ¡pero si la Lacostierre tiene menos ritmo que un mejillón!


¡Se acabó el mirar!


Es mi noche libre y Gloria y yo salimos a la pista donde rápidamente dos morenos se ofrecen para bailar con nosotras y dejándome llevar por el ritmo sabrosón, bailo con aquel muchacho que lo hace de maravilla.


La pista se llena.


A todo el mundo aquella canción le hace bailar, cuando de pronto en una de mis vueltas, me encuentro con la cara de Manu mirándome mientras besa a aquella chica junto a los baños.


¡Nooooooooooooooo!


¿Por qué? ¿Por qué me ha tenido que ver?


A partir de ese momento, piso al chico, me piso a mí misma, pierdo el ritmo y en una de mis vueltas le meto un dedo en el ojo al chico de al lado. Vamos un desastre.


Que Manu me mire, que me haya descubierto me descoloca, pero tomando las riendas de mi cuerpo, consigo reconducir el desastre y de nuevo bailo con gracia y estilo, hasta que por el rabillo del ojo, veo como se mete en los baños de tíos con la Lacostierre.


Rápidamente me alerto. Busco a Nico y Fonso y veo que sonríen. Van a cazar una exclusiva no muy bonita para Manu y mirando a Gloria que ha visto como yo el desastre digo.


- Soy una imbécil, pero lo tengo que avisar.


Gloria y yo trazamos un plan. Ella ha de ir hasta Nico y Fonso, quitarles los móviles, mientras yo entro en el baño.


Mi Gloria accede y sin pensárselo llega hasta ellos y se los quita. Estos protestan y la siguen mientras yo me cuelo en los baños de tíos y al ver una puerta cerrada, golpeo.


- Manu, sal de ahí si no quieres que mañana tu madre se avergüence de ti.


La puerta se abre. Manu aparece despeinado y con cara de cabreo y sin dejarle hablar, le cierro su bocaza con mis dedos y siseo.


- Mis compañeros te han pillado. Sal de aquí ¡ya!


Alertado Manu asiente. La Lacostierre sale despelucha y sin perder tiempo, el sinvergüenza de Manu me guiña un ojo y murmura.


- Te debo una Raquelita.


Escucharle eso me hace darle un azote.


- Augg…


Rápidamente soy consciente de que lo he dado en el trasero y murmuro.


- Lo siento… lo siento.


Manu sonríe. Mi cara tiene que ser un poema y salen a toda mecha del baño, mientras yo me miro en el costroso espejo y me pregunto.


- ¿Cómo soy tan tonta?




9. ¡Vacaciones!




En Semana Santa me encanta escaparme unos días donde sea.



Por suerte, mi amiga Gloria tiene una maravillosa casita en una aldea de Teruel, que todo sea dicho no recuerdo el nombre, pero donde siempre que voy desconecto de todo porque no hay internet y no funcionan los móviles.


Tras lo ocurrido con Manu en la discoteca y la consiguiente bronca de mis amigos periodistas me siento fatal. Les he chafado unas fotos que con seguridad les iba a dar unos eurillos extras y estoy convencida de que Nico no vuelve a dirigirme la palabra en su vida.


Cuando llegamos a la aldea de apenas 35 habitantes, los lugareños, todos abueletes salen a sus puertas para ojear. Sin duda somos la atracción del día y cuando Gloria para el coche y bajamos de él, me mira y dice.


- Antes de nada, tengo que decirte algo.


- Un segundo.


- Pero…


Le hago una señal. Flash necesita salir del vehículo.


Rápidamente abro el portón trasero y la cabra loca de mi perro salta por encima de las mochilas y se va directo hacia unas vacas que hay al fondo y las comienza a ladrar. Mear, no sé si meará, pero ladrar a las vacas ¡eso se le da de lujo!


Sonriendo estoy cuando oigo el ruido de un motor y Gloria mirándome dice en un hilo de voz.


- Eso es lo que te quería decir.


El sol me deslumbra y poniéndome las manos en la frente, veo que se acerca una moto y cuchicheo.


- No me digas que te has traído un ligue de vacaciones.


La cara de Gloria es un poema, cuando de pronto aquel motorista hace un movimiento con el cuello que a mí me suena y bajando la voz siseo.


- No me digas que es quién creo que es porque te juro que…


Gloria me coge de la mano.


- No me mates. Pero me buscó en el hospital, me hizo sentir la enfermera más popular por tener su amistad y me pidió que por favor le dijera donde ibas a estar en Semana Santa porque te quería ver y agradecer el…


- Gloria ¡te mato!


- Mátame. Lo entenderé —afirma la muy víctima.


Su cara de pena me puede.


Pobre Gloria. Me la imagino en el hospital siendo la más popular entre las enfermeras por ser amiga de Manu Beltrán. Maldito liante.


La moto se acerca… se acerca… y yo petrificada lo observo.


Pero vamos a ver ¿Qué es lo que quiere de mí la estrellita?


La moto llega hasta nosotros y se para, momento en el que Manu se quita el casco y joder… joderrrr.


El dios que hay en él, emerge como en los anuncios de champús, cuando su pelo, su precioso pelo, se mueve mecido por el viento y mirándome con su increíble sonrisa saluda.


- Hola chicas.


Por suerte no babeo. A eso no he llegado, pero me pongo nerviosa. Muy nerviosa. Aún recuerdo lo que dejamos a medias en mi casa y el estómago se me encoge.


¡Seré tonta!


Flash alertado por el ruido se acerca a nosotros, estoy por decirle aquello de ¡Alerta y ataca! cuando Manu mirándome dice.


- Sujeta a la fiera.


Miro a Flash, el pobre tiene la boca cerrada con media lengua fuera. Más cara de tonto no puede tener y Gloria consciente de la que ha liado, lo agarra del collar y dice.


- Voy abriendo la casa y me llevo a Flash.


Una vez aquella se va, Manu se baja de la moto, deja el casco sobre el sillín de cuero negro y mirándome dice.


- Oye sé que…


- Lo que no sé es qué narices haces tú aquí —lo cortó—. Son mis vacaciones y…


Siento que me pone su mano en la boca ¿a que se la muerdo?


- He venido a darte las gracias por lo que hiciste por mí el otro día en la discoteca. Te he llamado pero como no me lo has cogido yo…


Me zafo de su mano. Asiento y con mi sonrisa más falsa respondo.


- Aceptadas y ahora, móntate en la moto y ¡adiós!


Manu sonríe. Uy… Uy… miedito me da su sonrisa y dándose la vuelta, abre un maletín de la moto y sacando una mochila dice.


- No seas antipática. Yo también necesito desconectar de todo y Gloria me ha invitado a pasar estos días con vosotras.


¡Virgencita…virgencita que creo que me va a dar un ataque!


Como una hidra me doy la vuelta para llamar a Gloria cuando Manu susurra en mi oído.


- No la mates a ella, mátame a mí. Reconozco que la he utilizado para poder llegar a ti. Porque lo creas o no, nada me apetece más que estar cuatro días, con la chica más gruñona y bonita del planeta.


Escuchar eso me hace mirarlo. Madre mía cómo me pone que me diga esas cosas y cuando voy a decirle de todo menos bonito, me guiña un ojo y murmura.


- Raquel… somos amigos.


Maldigo. Maldigo a San Pito Pato, pero de pronto sonrío.


Si este quiere quedarse ¡que se quede!


Y dispuesta a no matar a mi pobre Gloria, que conociéndola no duerme en una semana, de nuevo con mi sonrisa más falsa, paso mi mano por el brazo de aquel y agarrándolo afirmo.


- Pues no se hable más, amigo. Bienvenido.


Manu sonríe, yo también. Sin duda este no sabe los cuatro días que le esperan.





10. No sé si reír o llorar.


Mi pobre Gloria está tan apurada haciendo la cena que ni me mira y dispuesta a que el mal rato que está pasando se le pase, me planto delante de ella y digo.



- Vaaale. Te perdono.


Escuchar esas palabras es lo que necesitaba y lanzándose a mis brazos murmura.


- Gracias… gracias… gracias…


Sonrío. Sonríe y mirándola cuchicheó.


- Te quiero y no puedo estar enfadada contigo, pero sabes que tenerlo aquí me incomoda ¿verdad?


Gloria asiente cuando justo se abre la puerta. Es Manu. Que al vernos abrazadas se queda parado y se mofa.


- Parejita… si queréis duermo fuera.


Sus palabras y en especial como las dice, me hacen suspirar y tras darle a mi amiga un beso en la frente, la suelto y mirando a aquel que no nos quita ojo digo.


- Pon la mesa que vamos a cenar.


Manu no se mueve ¿pero espera que se lo demos todo hecho?


Y volviéndome de nuevo hacia él voy a protestar cuando dice.


- No soy adivino, pero si me dices donde están las cosas la pondré.


Vale. Sigo agresiva con él.


Sin hablar, solo refunfuñando le señalo un mueblecito donde están los cubiertos, platos y vasos. Con una sonrisa aquel se dirige a él y pone la mesa, mientras yo termino de aderezar la ensalada y Gloria fríe los filetes de pollo.


Una vez todo está listo nos sentamos. Al principio el ambiente está tenso, pero poco a poco se va relajando hasta acabar los tres riendo a carcajadas por las anécdotas que cuenta Gloria de sus experiencias en el hospital.


Acabada la cena, Manu se empeña en fregar los platos. Gloria en un principio se niega, pero tras ver mi gesto se calla y se va a la cama.


Una vez desaparece Manu friega los platos. En silencio estamos un rato hasta que decido dar una vuelta con Flash. Pero no he andado ni diez metros cuando oigo detrás de mí.


- Espérame. Voy contigo.


Al escuchar su voz me vuelvo.


- ¿Quieres hacer el favor de dejarme en paz?


Manu se para.


- ¿Me puedes decir qué te he hecho para que siempre estés enfadada conmigo?


Lo pienso. No sé que responderle y finalmente murmuró.


- Nada.


Manu llega a mi altura y mirándome responde.


- Pues quién lo diría, porque si las miradas mataran ya estaba muerto.


Eso me hace sonreír y con disimulo veo que sonríe él.


En silencio caminamos por el bosque mientras observo a Flash correr detrás de algo ¿será un conejillo? Espero que no lo pille.


- Oye, quería agradecerte lo que hiciste por mí el otro día.


Al escucharle, sé muy bien a lo que se refiere y respondo.


- No fue nada. Y aunque no lo creas lo hice por el cariño que le tengo a tu madre.


La estrellita asiente, sonríe y dice.


- ¿Sabías que pasé un verano muerto de celos por ti?


Aquella revelación me hace mirarlo sorprendida, cuando continúa hablando.


- Fue el verano en el que vino mi primo de Burgos ¿lo recuerdas? —asiento. Cómo olvidar al primo que rompió de una pedrada el cristal del portal y le arrancó un diente a un vecino—. Ese verano, tras una noche que jugamos a la botella y me tocó besarte, me di cuenta que eras especial, pero salías con Guillermo, el hijo del bodeguero.


Incrédula por aquella revelación voy a mirarlo, cuando la patosa que vive en mí, pisa una piedra mal con el pie derecho, se me dobla y tras sentir un dolor que me atraviesa el tobillo, me caigo al suelo con el peor glamour del mundo


- ¿Qué ha pasado? —pregunta Manu agachándose alertado.


Más avergonzada que dolorida me toco el tobillo y, maldiciendo, gruño.


- Joder… creo que me lo he jorobado.


Con gesto preocupado, aquel lo mira y al ver la hinchazón repentina afirma pasando sus manos alrededor de mi cuerpo para auparme.


- Hay que llevarte a urgencias.


En décimas de segundo me tiene entre sus brazos y cuando voy a protestar insiste.


- El tobillo tiene mal aspecto —y mirando atrás grita— ¡Flash vamos!


Serio y preocupado, camina por el bosque con gesto sombrío. Vale. Me duele. Siento el corazón en el tobillo, pero intuyo que es un simple esguince y digo.


- Tranquilo. Gloria sabrá que hacer.


La luz de la luna le da lleno en la cara y "mamacitalinda" ¡qué guapo está!


Atontada estoy mirándole cuando siento que desacelera el paso. No digo ni Pío.


Me mira con ojitos de cordero degollado. No digo ni Pío.


Me acerca más a su cuerpo. No digo ni Pío.


Y finalmente posa sus labios sobre los míos y no digo ni Pío, pero mis brazos le rodean el cuello y deseosa de aquel contacto ahondo en el beso.


Oh Dios… Oh Diosssssssssssssssss.


Acabo de caer en una marmita de placer llamada Manu y conociéndome ya no me para ¡ni San Pito Pato!


Lo beso. Me besa y cuando el lujurioso, pecaminoso y ardiente beso finaliza y nos miramos, el muy sinvergüenza afirma sonriendo.


- Lo primero ahora es tu tobillo. El resto, ya vendrá…


No digo nada. Mejor me callo mientras maldigo por haberme dejado llevar.


Diez minutos después, una adormilada y profesional Gloria tras comprobar que es un esguince me venda el tobillo, mientras yo siento como Manu me mira y como pensaba un rato antes, no sé si reír o llorar.




11. Cuando despierto oigo pajaritos.




Pío… pío… pío…


Tumbada en mi cama sonrío, me desperezo feliz hasta que un dolor inoportuno en el pie me hace ser consciente de que ando lesionada.



Apoyándome en los codos me incorporo y observo mi pie vendado. ¡Qué patosa soy!


Y claro, al ver el vendaje, el besazo de Manu viene a mi mente y dejándome caer en la cama protesto cerrando los ojos.


- Tonta… eres tonta…tonta…tonta.


- Curiosa manera de comenzar el día.


Al escucharla voz de Manu abro los ojos de golpe y lo veo en la puerta con una bandeja de desayuno en las manos, mirándome con unas bermudas caquis y una camiseta negra.


¡Mamacitalindaaaaaaaaaaaaaaaaa qué bueno está el pichoncete!


Sin decir nada más, se acerca, deja la bandeja sobre la cama y mirándome suelta.


- Tengo dos noticias. Una es buena y otra mala ¿cuál prefieres primero?


Lo miró. Me mira.


Sonríe. Me cago en su padre. Bueno no, pobrecito ¡qué culpa tiene él!


Con cuidado me siento en la cama y antes de suelte nada más digo.


- Tengo que ir al baño.


Manu coge la bandeja, la deja sobre una silla y me sujeta con fuerza. Lo miro. Me está espachurrando una teta y al darse cuenta aclara soltándome un poco.


- Ha sido sin intención.


Sin intención… sin intención… ¡te voy a dar yo a ti intención!


A la pata coja y ayudada por él voy hasta el baño. Una vez llego me mira y con actitud guasona pregunta.


- ¿Entro contigo o espero fuera?


Con mi mala leche mañanera, doy tal portazo en sus narices que creo que se las he roto. Miedito me da abrir la puerta. Pero como no lo oigo quejarse ¡a otra cosa mariposa!


Me miro en el espejo ¡Dios… Diossss!


Pero si parezco la prima de Fiona, la novia de Shrek de lo hinchada que estoy.


Rápidamente me lavo los dientes, me lavo la cara y me peino. Una vez acabo asiento. Al menos ya parezco una persona y no una cosa.


Cuando abro la puerta, Manu está jugando con Flash que hasta parece sonreírle, pero en cuanto me ve, me agarra por la cintura y me lleva de nuevo a la cama. Allí me siento, vuelve a poner la bandeja de desayuno entre mis piernas y cuando cojo una magdalena de esas de pueblo, grandes y jugosas, vuelve a insistir.


- ¿Primero la noticia buena o la mala?


Lo pienso. Prefiero la mala primero, así al menos con la segunda me alegro.


- La mala.


Manu asiente y sentándose a mi lado en la cama dice mientras doy un trago al café con leche.


- Gloria se ha tenido que ir y estamos solos.


La noticia me impresiona y por no escupirle el café en toda la cara, trago y se me va para otro lado.


¡Joder que me ahogo!


Verde… vuelvo a ponerme verde como la prima de Fiona y cuando dejo de toser tras unos golpes nada eróticos en la espalda por parte de él y consigo normalizar mi respiración preguntó.


- ¿Por qué se ha ido?


- ¿Estás bien? —pregunta Manu preocupado quitándome el café de las manos.


- ¿Qué ha pasado? —insisto.


- Una vecina del pueblo de al lado, que tiene teléfono, ha venido a decirle a Gloria que han llamado de su casa porque al parecer se le ha inundado el piso al hermano.


- ¡¿Qué?!


- Le di la opción a Gloria de despertarte y acompañarla pero ella se negó. No quería jorobarnos el descanso.


Proceso. Proceso lo que me está contando cuando en un hilo de voz preguntó.


- ¿Y la buena noticia cuál es?


Manu sonríe, me guiña un ojo y afirma.


- Que yo cuidaré de ti ¿qué te parece?


Cierro los ojos…


Quiero ahogarme…


No... ¡quiero escupirle! Pero el café está en su mano y no en la mía.


Mis instintos asesinos se incrementan. Mataré a Gloria. Esta vez sí que la mato aunque me mire con ojitos de cordero degollado ¿pero qué pretende?


Proceso. Sigo procesando.


Pero vamos a ver ¿qué voy a hacer con Manu allí sola?


Y cuando creo que me va a explotar la cabeza, Manu se levanta, sale de la habitación y entrando con un colchón que deja caer al lado del mío dice.


- Como vamos a estar solos, he pensado trasladarme aquí contigo. Así podremos charlar durante horas antes de dormir y si necesitas algo me tienes a mano.


Madre… madre… que sigo procesando y cuando yo proceso tanto, la cosa no acaba bien.


Callada lo observo.


Cuento hasta veinte...


Después hasta treinta…


Y cuando le voy a soltar las mayores burradas que seguramente he dicho en mi vida dice.


- ¿Qué te parece si intentamos ser los amigos que fuimos hace años y disfrutamos de este maravilloso lugar? Prometo no propasarme. Prometo no besarte si no quieres, pero por favor, permíteme volver a estar con la mejor amiga que tuve en mi vida al menos estos días, antes de regresar a un mundo, que como yo sabes que no es real.


Sus palabras acaban de golpe con mi momento de procesar. Ea…tanto procesar ¡para nada!


Lo que acaba de decir junto con su mirada me ha llegado al corazón e incapaz de no sonreír como una auténtica pava… pero pava… pava, asiento y tan deseosa como él de volver a estar con mi amigo afirmo.


—De acuerdo Manu. Firmemos la pipa de la paz.


Manu sonríe.


Yo también.


Y mirándome dice.


- He pensado en ir al río que pasa por detrás de la casa a pescar. Puedo llevarte hasta allí, sentarte en una silla y pasar el día al aire libre ¿qué te parece?


Parecerme… Parecerme… me parece una locura, pero como me encantan las locuras con seguridad afirmo.


- ¡Perfecto!




12. Le dije ¡perfecto!




Soy una bocazas.


Lo sé. Ya me lo decía mi prima la Liendres siempre que mi tía veía que el bote de Nocilla había mermado y yo confesaba que habíamos sido nosotras.


¡Si es que se me da muy mal mentir!


Como propuso Manu, estamos en la parte trasera de la casa, delante del río y estoy sentada en una sillita, mientras ambos charlamos con afabilidad a la espera de que un puñetero pececito pique en alguna de nuestras cañas.


La verdad es que charlar con él, tras haber fumado la pipa de la paz es una maravilla, pero esa maravilla a cada segundo que pasa me interesa más y más.


Mentir no sé, pero dios ¡qué bien se me da fantasear!


No paro de imaginar que Manu, se salta a la torera lo que me ha prometido, se acerca a mí y me besa.


No paro de imaginar que Manu, me coge entre sus brazos, me lleva al interior de la casita, me desnuda y me hace el amor.


No paro de imaginar que…


¡Pero nada!


Manu está cumpliendo su promesa y solo me da conversación, se preocupa de que esté cómoda en la silla y de que beba agua para que no me deshidrate.


Así estamos tres horas que se complican cuando él, acalorado, se quita la camiseta y se queda desnudo de cintura para arriba.


Por dios… por dios… ¡que tentación más tentadora!


Pasa otra hora más y mi tentación pregunta.


—¿No tienes calor?


Asiento. La verdad es que hace un calorazo increíble.


—Mucho.


Manu se levanta de donde está sentado y mirándome dice.


—¿Qué te parece si nos damos un bañito en el río?


Parpadeó. No sé si será buena idea y mirando mi pie vendado indicó.


—Sabes que no me puedo mover, además no llevo el bañador puesto.


—¡Ni yo! —se mofa él.


Al ver su gesto picarón, intento no sonreír y con mi cara de perdona vidas musito.


—Manu, dijiste que…


—Lo sé. Era broma mujerrrrr —y acercándose a mí, me mira el pie—. Si me dejas puedo quitarte la venda, para que al menos te refresques los pies en el agua. Luego puedo volvértela a colocar como te la puso Gloria. ¿Puedo?


Lo pienso. Tengo calor. Y deseosa de moverme de la puñetera silla afirmo.


—Venga vale.


Manu con sumo cuidado me quita la venda, mientras yo, al sentir su tacto en mi piel, me acaloro más y más. Me regaño a mí misma. No debo pensar lo que pienso, pero nada, no me hago caso y continuó disfrutando de su contacto.


Una vez termina, deja la venda sobre su silla y agarrándome las manos indica tirando de mí.


—Levanta. Pero no apoyes el pie.


Como un pato mareado me levanto a la pata coja apoyada en él.


Vale. Lo reconozco. Le echo mucho cuento para que cargue con todo mi peso.


Juntos llegamos hasta la orilla del río y metemos los piececillos.


—Joder ¡qué buena está! —afirma Manu.


—Increíble —asiento yo, mirando sus abdominales.


Seguimos caminando hacia el interior del río. El agua sube por nuestras piernas, Flash nos observa desde la orilla y Manu sujetándome con fuerza no se sobrepasa ni un milímetro.


Su olor. Ese olor a sensualidad y morbo que desprende comienza a marearme, mientras lo escuchó reír y bromear conmigo.


Le sigo el juego de las bromas, hasta que el agua me llega al culo y cuando va a decir algo, lo agarro del cuello, tiro de él, acerco su boca a mi boca y sin mediar palabra, ante su gesto de asombro, lo beso como si no hubiera un mañana.


Manu, en un principio se queda quieto. No sabe qué hacer, pero cuando mis ojos y los suyos se encuentran y lee lo que en ellos le pido, siento que manda a hacer puñetas su promesa y apretándome contra su cuerpo me devora.


¡Oh sí! ¡Oh sí! Esto supera mis fantasías.


Con solo una pierna en el suelo, mi punto de equilibrio es nefasto y cuando intento nivelarme, hago todo lo contrario y como el gran pato que soy, arrastro a Manu y caemos al río.


Cuando los dos sacamos la cabeza del agua, nos miramos y este sonriendo dice.


—Que conste que has sido tú. No yo.


Sé a lo que se refiere. Sonrío. Yo he provocado el beso y la caída, y acercándome a él vuelvo a enroscarme en su cuerpo y murmuró.


—Cállate y hagamos lo que estamos deseando.


Sin preguntar el qué, sonríe, mientras mis manos bajo el agua le desabrochan los pantalones. Una vez desabrochados, con rapidez Manu se los quita y sonriendo afirma.


—Estás como una puñetera cabra.


—Lo sé —asiento sonriendo.


Y cuando este me coge entre sus brazos y mis piernas rodean su cintura me mira y susurra.


—Los preservativos los tengo en la casa. No pensé que…


En silencio maldigo. Yo tampoco pensé que… pero como tomo la píldora y lo deseo como una loca, agarro su pene que flota debajo de mí en el agua, aparto la tirilla de mi braguita y colocándolo en mi más que humedecida vagina, lo introduzco en mi interior y cuando Manu tiembla, murmuró.


—Solo esta vez. Pero nunca más.


Asiente. Tiembla y asiente, mientras yo, cogida a su cuello, me muevo en busca de un placer más que deseado y él sujetándome con fuerza hace lo mismo.


Estamos solos, empapados, en un río y rodeados por una maravillosa vegetación plagada de bichitos que no quiero pensar que están ahí, nos dejamos llevar por nuestros impulsos más ardientes preocupándonos única y exclusivamente de disfrutar, de complacernos y de gozar.


No quiero pensar.


No quiero despertar de la locura que estoy disfrutando, y convencida de que aquello lo he provocado yo, y solo yo, me dejó llevar y pienso que lo que tenga que venir después ¡vendrá!




13.Madre mía… madre mía… madre mía…

Miro el techo en la oscuridad de la habitación y sonrío como una boba, mientras oigo la suave respiración de Manu, dormido a mi lado en la cama.

Pensar en lo que hemos hecho me hace sonreír, pues lo que comenzamos en el río, lo proseguimos en la cocina, luego en el suelo del comedor y lo rematamos en la cama.


Por Dios ¡qué ímpetu!

Por Dios ¡qué noche!

Lo miro. Es real.

Manu está dormido a mi lado y yo solo puedo mirarlo y sonreír.

Así estoy un buen rato hasta que la boca se me seca y necesito beber agua. Me incorporo de la cama, cojo la jarra de agua que hay sobre la mesilla pero está vacía.

¡No me extraña!

Y como tengo mucha sed y no quiero despertar a Manu, me pongo una camiseta, con cuidado me escurro de la cama haciendo mil posturitas hasta levantarme y una vez lo consigo sin apenas plantar el pie en el suelo, que todo sea dicho, ni me duele, llego hasta la cocina a oscuras.

Allí abro el frigorífico, la estancia se ilumina y saco la jarra fría de agua.

¡Dios, qué buena está!

Bebiendo estoy cuando veo a Flash que me mira a escasos metros de mí. Con la mirada me lo dice todo y dejando la jarra sobre la encimera cuchicheó.

-Lo sé… Lo sé… pero no me pude resistir.

Flash levanta la cabeza y mira hacia otro lado, cuando escucho en mis espaldas.

-¿A qué no te pudiste resistir?

Al mirar veo a Manu apoyado en el quicio de la puerta, desnudito como su madre lo trajo al mundo. ¡Madre mía... madre mía! Y acalorada respondo.

-A ti.

Sin moverme y dejando de mirarlo siento que se acerca a mi. Lo noto pegado a mi espalda y cuando sus manos rodean mi cintura y me apoyo en él, vuelvo a sonreír y más cuando lo escucho decir.

-Me encanta tu olor. Es especial.

Encantada dejo que su boca pasee por mi cuello mientras cierro los ojos y disfruto de aquella intimidad tan placentera solo iluminada con la luz del frigorífico. Manu es un excelente amante, pero yo tampoco me quedo atrás.

Sus manos peligrosamente me aprietan contra él cuando con delicadeza me da la vuelta y mirándome a los ojos dice.

-¿Por qué no me has pedido el agua a mí?

-Porque estabas dormido.

-Pero tu pie…

-Mi pie, está bien —lo corto.

Manu sonríe…

Yo sonrío…

Y él al final dice:

-Aprovéchate de mí. Soy tu esclavo y…

No dice más. No lo dejo.

Mi boca ya ha buscado la suya y tras besarlo con ahínco, lo miro con esa mirada de loba que sé que tengo cuando me pongo y él termina diciendo.

-No se hable más. Tus deseos son órdenes para mí, princesa.

Sonrío…

Sonríe…

Y sus fuertes manos me izan hasta sentarme sobre la encimera. Con mimo nos seguimos besando mientras Manu se acopla entre mis piernas y sin darme tregua, hace lo que yo quiero sin necesidad de pedírselo.

Mi mirada de loba de ¡Quiero sexo! ha surtido efecto y cuando saca por mi cabeza la camiseta y la tira sobre el sofá, tiemblo y más cuando siento sobre mis pechos esa miradita que me vuelve loca y murmura.

-Eres la tentación personificada.

¿Qué yo soy la tentación?

Madre mía… madre mía…

Él sí que es la tentación, la excitación, la locura, la seducción, la… la… la…

Encantada por ser su tentación, dejo que me mire, que me devore, que me haga disfrutar, y cuando sus fuertes manos pasean por mi espalda y siento que se coloca para rematar la faena, mi parte de cordura lo mira y susurra.

-Sin preservativo no.

Manu asiente. Sabe que tengo razón y mirándome suplica.

-Solo esta vez…

Mi locura grita ¡sí!

Mi cordura grita ¡no!

Tomo la píldora "antipeques" y sé que no me puedo quedar embarazada cuando indico.

-Ya lo hicimos una vez en el río y…

Pero el morbo me puede… el momento me puede y sin acabar la frase afirmo.

-Vale… pero solo esta vez.

Sin sonreír, Manu acerca su boca a la mí y me besa, mientras siento como acerca la punta de su duro pene a mi vagina temblorosa y húmeda y antes de que él se clave en mí, ya me he clavado yo en él haciéndolo temblar. Uff… ¡cómo me gusta hacerlo temblar!

Y como los salvajes animales que somos cuando el sexo nos toma, nos damos placer el uno al otro hasta que el clímax nos llega y quedamos abrazados sobre la encimera de la cocina sonriendo, sabedores de que en unas horas debemos regresar a la realidad.


14.
Por suerte ha dejado de llover, pero el río se desborda por las lluvias. Manu, sin dudarlo, va al pueblo de al lado a avisar a Gloria para que venga con el coche a recogernos a Flash y a mí. En la moto no podemos ir los tres. Mientras esperamos, acaricio a Flash y le cuento emocionada lo mucho que me han gustado estas vacaciones.
Apenas hemos manchado y mientras Manu acopla su bolsa en la moto, yo intento que quede todo como estaba cuando llegamos.
Una vez acabo, Manu entra en la casa y mirándome dice.
―Creo que habría que repetir esto.
Asiento. ¡Me encantaría!
El Manu encantador que ha estado estos días conmigo nada tiene que ver con el Manu estrellita y afirmo.
―Cuando quieras.
Encantado me acerca a él y me besa, cuando oímos el ruido de un motor que se acerca.
―Debe de ser Gloria.
―Sí ―afirma él sin soltarme.
Durante unos segundos lo miro embelesada hasta que finalmente soltándome de él indico.
―Delante de ella es mejor que no.
Manu frunce el ceño. No parece muy de acuerdo con lo que digo y protesta.
―¿Por qué?
Con mimo, cojo su mano y aclaro.
―Porque esto es nuestro y solo nuestro. Y cuanta menos gente lo sepa ¡mejor!
Manu me mira… me mira y me mira y finalmente asiente.
―De acuerdo. Tienes razón.
Escuchar eso me decepciona.
¿Pero vamos a ver acaso soy imbécil?
¿Por qué me decepciono si soy yo quien lo ha propuesto?
En ese instante, Flash corre hacia la puerta y ambos sin decir nada más, vamos tras él.
Sin rozarnos, salimos al exterior de la casa y efectivamente es Gloria, que me mira con su carita de cordero degollado. Cuando apaga el motor y sale del coche viene hacia mi y al ver que sonrío murmura.
―Gracias a dios ¡pensé que me ibas a matar!
Suspiro. Ganas no me faltaron en su momento, pero ahora, tras los maravillosos días que he pasado con Manu, sin responderla la abrazo en cuanto Manu suelta.
―Ella no sé. Pero yo estoy a punto de matarte. ¿Cómo se te ocurre dejarnos solos aquí? Mira que te dije que lo mejor era despertar a Raquel e irnos contigo, pero no, tú te empeñaste en que nos quedáramos y la verdad… Raquelita es insoportable.
Al escucharlo me entran ganas de reír. Se ha metido en su papel de actor y queriendo hacerle la competencia, achino lo ojos y siseo.
―No perdona. El insoportable eres tú y…
―¡¿Yo?! ―protesta Manu y mirando a Gloria insiste―. Aquí tu amiga, con el rollito de que apenas se podía mover por su puñetero pie, me ha tenido de esclavo. ¡Que si quiero agua! ¡Que si entra mucha luz! ¡Que si las patatas están duras! Oh por dios Gloria, menos mal que has regresado porque te aseguro que… 
―¡Cierra esa bocaza quejica! Que eres un flojo ―gruño.
―¡¿Flojo?! ―sisea Manu―. Habló la reina del drama. ¡Ay que miedo! ¡Ay la lluvia! ¡Ay el río que se desborda!
Gloria nos mira. La pobre no sabe que pensar, mientras Flash nos mira y estoy convencida que si pudiera hablar nos ponía de vuelta y media.
Metidos en nuestros papeles, la pobre Gloria no sabe que hacer, cuando murmura.
―Tranquilos. Ya estoy yo aquí y si no os importa, voy a entrar un segundo en la casa porque necesito ir al baño ¿puedo ir sin que os matéis?
Yo resoplo.
Manu también y dice.
―Ve. Si no la he matado antes, no la voy a matar ahora que nos vamos a ir.
Gloria, mi pobre Gloria, entra corriendo en la casa, momento en el que Manu se acerca a mí y acercándome a su cuerpo murmura.
―¿Y tú por qué no eres actriz?
Eso me hace sonreír y tras darle un rápido beso en los labios respondo.
―Porque eso lo es cualquiera ¡qué vulgaridad!
Manu me suelta. Yo me separo de él y ambos reímos.
Sin duda… somos tal para cual.
Cinco segundos después, Gloria acelerada sale de la casa y mirándonos pregunta.
―¿Queréis que nos vayamos ya?
Manu camina hacia su moto con chulería y afirma.
―Vosotras no sé, pero yo ¡sí!
Resoplo. Hago extensible mi malestar y mirando a Gloria insisto.
―Por favor… acabemos ya con este sufrimiento.
Sin mirar atrás, abro el maletero, meto mi bolsa de deporte y tras un silbido, Flash entra y se acomoda en él. Toqueteando la cabeza de mi perro estoy cuando oigo a Gloria cuchichear.
―En serio… vete… no hace falta. Adelántate, no sea que comience a llover.
Mis ojos y los de Manu se encuentran. Gloria tiene razón. Conducir una moto mientras llueve es terriblemente peligroso, pero él dice en un tono intimidante.
―Iré detrás de vosotras. Por muy mal que me caiga la atontada de tu amiguita, necesito saber que llegáis bien a Madrid.
Al escuchar aquello sonrío… no lo puedo remediar y sin decir nada, me meto en el coche y mirando a Manu indico.
―Anda y pírate ya ¡estrellita!
Manu al escucharme resopla y mirando a Gloria murmura.
―Por favor, metete en el coche, arranca y acabemos esto de una vez.
Una vez Gloria da la vuelta al coche, Manu me guiña un ojo y yo sonrío.

¿Pero que estamos haciendo?

15.
Cuando entro en mi apartamento Flash corre a la cocina para beber agua, después va hasta su colchoneta la huele, se tumba en ella y hasta parece sonreír. Le gusta regresar a su hogar.
Entristecida por haber visto a Manu alejarse con su moto una vez llegamos a Madrid, camino hacia el equipo de música, lo enciendo, me pongo mis cascos inalámbricos y necesitada de flagelarme por lo triste que estoy sin él, pongo a Mariah Carey cantando My All mientras me tumbo en la cama.
Me encanta esa canción. La romántica que existe en mí, aflora segundo a segundo y como si fuera un dique, dejo que las compuertas de mi vena romántica se abran de par en par y me sumerjo en mi pena.
Sin lugar a dudas lo ocurrido ha sido algo excepcional, que difícilmente se repetirá. La vida de Manu y la mía nada tienen que ver, cuando de pronto el timbre del portero automático suena, desconecto los cascos, la música llena la casa y contesto.
—¿Quién es?
—Traigo unas flores para la señorita Reina del drama.
Al escuchar aquello como una boba sonrío. ¡Ya sé de quién son esas flores!
Encantada abro la puerta de mi casa y espero a que el repartidor llegue a ella. Un minuto después, el ascensor se para y sale un chico con una gorra y al verme sonríe y pregunta.
—¿Es usted la Reina del drama?
Divertida asiento cuando el repartidor deja sobre mis manos unas preciosas rosas rojas de tallo largo que le han tenido que costar a Manu una fortuna. Una vez se va, entro en casa, cierro la puerta y cogiendo la notita que las acompaña leo.
Gracias por las mejores vacaciones que he tenido en mucho tiempo. Eres increíble princesa.
M.B
Atontada miro la nota. Me gusta. Me agrada. Aunque no voy a negar que hubiera deseado algo más romántico que fuera acorde con la canción. Pero bueno… así vale… es suficiente.
En ese instante unos golpecitos suenan en mi puerta y al abrir, me quedo como tonta, mirando a Manu que con una rosa en las manos pregunta.
—¿Que tal si pedimos unas pizzas para cenar y me quedo contigo a pasar la noche Princesa?
Mi sonrisa lo dice todo y afirmo.
—Estaría genial.
Manu entra en mi casa, cierra la puerta y entonces yo me abalanzo sobre él.
Lo beso…
Me besa…
Nos besamos…
Y cuando el momentazo romántico termina, mirándome indica.
—Me encanta esta canción.
Bueno…bueno… bueno ¡ya me ha dicho bastante!
Las flores caen al suelo. Nos desnudamos a toda prisa y sin llegar a mi habitación, nos montamos nuestra fiestecita de sexo particular, mientras Flash se marcha a la cocina y pasa de nosotros.
Una hora después, cuando hemos conseguido aplacar nuestro increíble apetito sexual, llamo por teléfono y encargo unas pizzas. Ahora tenemos otra clase de hambre.
Sentados en el sofá estamos charlando, cuando el timbre del portero automático suena. ¡La pizza!
Me levanto y abro el portero automático mientras discutimos sobre quién pagará las pizzas. Unos golpecitos suenan en mi puerta cuando digo.
—A no ser que quieras que todo Madrid sepa que estás aquí porque te vea el de las pizzas ¡déjame pagar a mí!
Manu gruñe. Resopla, pero consciente de que tengo razón afirma escondiéndose.
—Vale. Pero te debo una cena.
Al abrir la puerta sonriente, la risa se me corta. Ante mí tengo a Cesar, un amigo colombiano con el que de vez en cuando me veo y disfrutamos de divertido sexo. No es nada serio. Es solo un rollete y ambos lo sabemos, pero allí está con una botella de vino diciéndome.
—Hola mi doñita. He comprado esta botellita de vino que sé que te gusta, y he pensado en disfrutarla contigo mientras te desnudo y me desnudas ¿Qué te parece?
Sin palabras. ¡Me quedo sin palabras!
Delante de mí tengo a Cesar con su mejor sonrisa y a mi izquierda, semi escondido tras la puerta a Manu que me mira con cara de cabreo.
Joder… joder… ¡que mal momento para que aparezca Cesar!
E intentando no parecer una borde, pero necesitada de que entienda lo que estoy diciendo a la primera, lo miro y murmuró.
—Cesar… estoy acompañada.
El pobre Cesar asiente y guiñándome el ojo, sin una mala cara, desaparece como alma que lleva el diablo. Pero cuando cierro la puerta Manu con cara de cabreo se mofa.
—¿Mi doñita?
Sin querer entrar en su juego aclaro.
—Era Cesar. Un amigo que…
—¿Qué clases de amigos tienes tú que vienen a desnudarte?
Suspiro. Intento no cabrearme y respondo.
—Vamos a ver Don decencia. Soy una mujer soltera, libre e independiente, que tiene amigos con los que salir al cine y folla amigos con los que además de salir al cine, termino en la cama. Pero….
—¡Y me lo dices así!
Incrédula por su respuesta me río e indicó.
—Pues claro. ¿Cómo quieres que te lo diga?
Manu resopla. Maldice y yo en un intento de que se relaje murmuro.
—Manu, por el amor de dios. ¡Qué ninguno somos la castidad personificada!
Wooooooooooooooo ¡cómo se pone!
Se enfada aún más y comienza a vestirse.
La puerta suena. Esta vez es el de la Pizzas. Las pago a toda leche. Cierro al puerta y cuando Manu, está frente a mi siseó.
—Pero tú estás tonto ¿o qué te pasa?
Ofuscado y tremendamente ofendido, Manu asiente y con una seriedad que me deja sin palabras dice.
—Me voy. No tengo hambre.
—Manu… —insisto.
Pero ni Manu…ni Mina… ni Mona… aquel abre la puerta y se va, dejándome con dos pizzas en la mano, que por culpa de la ansiedad, me comeré.

16.
Vaya nochecita toledana que he pasado.
Debido a la ansiedad, a los nervios y el cabreo, casi me zampé yo solita las dos pizzas y más de la mitad de la botella de vino.
Y claro… todo ese batiburrillo en mi estómago me ha jugado una mala pasada y al final pues ha pasado lo que tenía que pasar, que no he dormido y he potado.
A las 10 de la mañana, con los ojos como dos tomates por la mala noche que he pasado, decido ir a ver a Manu.
Todavía no entiendo por qué se ha enfadado tanto.
¿Acaso él no tiene amigas y amiguitas?
Venga por Dios ¡que estamos en el siglo XXI! Y somos dos personas solteras y sin compromiso.
Una vez llego a los alrededores de la urbanización de su casa, aparco mi coche y me bajo.
Frente a mí tengo el casoplón de Manu. Una casa preciosa de esas que salen en las revistas para las que trabajo. La verja no me deja entrar, pero por suerte, en ese instante se abre y veo que sale el jardinero. Sin dudarlo me cuelo. Manu no creo que me vaya a denunciar por entrar.
Una vez dentro, camino hasta la puerta de su casa, cuando de pronto escucho un ladrido estridente y unas rápidas pisadas. ¿Manu tiene perro?
Pero antes de que me responda, veo correr hacia mi a un mastodonte color marrón y me entran las cagalandras de la muerte.
Acelero el paso, pero al ver que aquel se acerca más y más enseñándome los dientes, tiro el bolso que llevo y comienzo a correr como alma que lleva el diablo. Pero cuando miro atrás soy consciente de que me pilla y sin dudarlo y como si fuera Cat Woman, me subo al capó del coche que he visto conducir a Manu y de allí al techo.
—Ay Dios… ay Dios…
Con la mano en el pecho y la respiración entrecortada, observo como aquel perro con cara de malas pulgas, pone sus patas en el vehículo pero no se impulsa para subir. Eso me tranquiliza.
—¡Ehhhhh!
Al escuchar aquella voz miro hacia la puerta de la casa y me encuentro con una rubia, pero una rubia de esas en plan vigilante de la playa, que es todo tetas, morros, culo y bueno… también es muy guapa, no lo puedo negar.
Tras ella aparece Manu con cara de mosqueo que al verme subida al techo del coche dice.
—¿Qué tal si te bajas?
Parpadeo…
Intento respirar…
Me he dado la carrera del siglo cuando Manu dice.
—Cas, entrad en casa.
La tal Cas sonríe. Me suena su cara. Yo a esta la he visto antes. Pero donde… ¿Dónde?
Y cuando llama al animal, me viene la iluminación divina y ya sé quién es. Aquella rubia impresionante es Casiopea Melanzane, la actriz italiana con la que Manu compartió cartel en una película y algo más.
La rubia, con una sonrisita, me mira, luego mira a su mascota y dice.
—Prada… ¡ven aquí!
El perro que ha resultado ser una perra quita sus pezuñas del coche y obedientemente va hacia ella. Dos segundos después desaparecen y Manu acercándose al vehículo, extiende su mano para que me agarra a él y dice.
—Bájate con cuidado de ahí, antes de que te abras la cabeza
Sin dudarlo le doy la mano y cuando mis pies tocan el suelo voy a decir algo, cuando Manu, me acerca a su cuerpo, me da un besazo en los labios y cuando se separa de mi aclara.
—Antes de que preguntes, Cas es una amiga y…
—Qué curioso —lo corto—. ¿Tienes amigas? Vaya… vaya… y yo sintiéndome fatal por tener amigos de cama como Cesar, cuando justamente sé a ciencia cierta que tú y ella tuvisteis un lío tras trabajar juntos y estuvisteis una semana encerrados en un hotel en Cannes.
Su cara es un poema. El pobre no sabe ni que decir cuando indico.
—Soy periodista de la prensa del corazón. Por lo tanto, sé muy bien quien es Casiopea Melanzane y lo que tuviste con ella. Pero fíjate que curioso que yo solo soy celosa cuando me dan motivos y…
No puedo decir más Manu…mi Manu, me acerca de nuevo a su cuerpo para besarme y yo encantada me dejo.
¡Por Dios, qué bien besa este hombre!
Cuando nuestros labios se separan rápidamente Manu dice.
—Cas esta aquí por la promoción de su última película y la he invitado a quedarse ¿te importa?
—No.
Mi respuesta veo que le alucina. A mí también. Pero la realidad es esa.
Pero vamos a ver ¿acaso me tengo que rasgar las vestiduras porque invite a una ex a quedarse en su casa? ¿Acaso porque yo invite a un amigo a quedarse en mi casa, significa que he de acostarme con él?
Manu sonríe…
Yo también…
Y antes de que diga nada indica señalando su coche.
—Iba a ir a tu casa para disculparme por…
Esta vez soy yo quien lo besa.
Hummmm… me encanta besarloooooo y cuando nuestro beso se acaba, me mira sonriente y dice.
—Menuda carrera te has echado ¡Usain Bolt!
Al escuchar aquello y pensar en el plusmarquista jamaicano nos reímos y de la mano entramos en la casa.

17.
Estoy ilusionada.
Manu y yo llevamos viéndonos a escondidas cerca de tres meses y eso lo hace emocionante. Muy emocionante.
Pensando en él estoy mientras espero en la redacción para hablar con mi Loli. ¡Mi gran Loli!
He recibido una llamada suya y allí me tiene dispuesta a encargarme de los trabajos que me solicite.
Mientras espero, Manu me manda un Whatsapp y yo le respondo mientras me río.
- ¡Qué sonriente te veo!
Al mirar, Loli se sienta a mi lado y yo sonrío. Lo último que quisiera es que nadie supiera con quien hablo y menos tratándose de Manu ¡sería el notición del año!
Por ello, con mucho cuidadito dejó el móvil sobre la mesa, pero este se vuelve a iluminar y Loli, que es una gran curiosa mira y divertida dice.
- El Pato Donald te acaba de enviar otro Whatsapp.
Divertida sonrío. El Pato Donald es Manu, pero eso no se lo voy a decir y respondo.
- Tranquila. Donald sabrá esperar
Mi respuesta llama la atención de Loli, que dejando los papeles que lleva en las manos sobre la mesa me mira y bajando la voz cuchichea.
- No me digas que sales con alguien. ¡Cuéntame!
Sonrío…
Pienso en aquello y respondo.
- Más que salir, digamos que me veo con alguien y me lo estoy pasando muy bien.
Mi móvil vuelve a encenderse y Loli afirma.
- Pues disfruta de ese alguien y pásalo bien por las dos.
Vuelvo a sonreír y sin querer seguir hablando de aquello, pregunto.
- Bueno… ¡tú dirás!
Loli mira los papeles que ha dejado sobre la mesa y cogiendo uno dice.
- Nos ha llegado el rumor de que el actor Manu Beltrán se ve con una chica morena en Madrid y necesitamos saber quién es ella. Por lo tanto quiero que le hagas un seguimiento, hagas guardia en la puerta de su casa y descubras quién es esa mujer. Si somos capaces de sacar esta noticia los primeros, les meteríamos un golazo a otras publicaciones que andan ya tras el Beltrán.
Asiento… asiento y asiento sin dejar de sonreír.
Madre mía… madre mía ¡que esa mujer morena soy yo!
Durante varios minutos escucho a Loli hablar y hablar y hablar. Además de lo de Manu, me encarga otras noticias y una vez acaba dice.
- ¿Te encuentras bien Raquel?
Parpadeo e intentando sonreír respondo mientras saco un abanico de mi bolso para darme aire.
- Sí. Es solo que ando algo acalorada últimamente.
A partir de ese instante me habla de su pronta premenopausia, de sus puñeteros calores que suben y bajan y yo me descompongo al pensar que algún día tendré que pasar por todo aquello.
Pero vamos a ver ¿no es ya suficiente calvario tener la puñetera regla todos los meses que también cuando decida irse tiene que dar la tabarra?
Durante varios minutos hablamos de todo un poco, pero yo ya no puedo pensar en otra cosa que no sea en que la prensa del corazón ya está pendiente de Manu y de mí. Como yo sugerí desde un principio hemos sido discretos y nadie nos ha pillado, pero tengo muy claro que el anonimato nos va a durar muy poco. Sé cómo es la prensa, sé cómo soy yo y sé cómo trabajan mis compañeros y nos van a descubrir, sí o sí.
Cuando salgo de la redacción, aún con el abanico en la mano, camino hacia mi coche y cuando llego a él y entro, cierro las puertas y sin dudarlo marco el teléfono del Pato Donald. Dos timbrazos y escucho.
- Hola preciosa ¿dónde estás?
Acalorada, miro hacia los lados como nunca he hecho en mi vida y bajando la voz murmuro.
- Tenemos un problema.
No veo la cara de Manu, pero conociéndolo imagino que está frunciendo el entrecejo cuando lo escucho decir.
- ¿Qué ocurre?
Como puedo le explico lo que ha ocurrido y una vez acabo murmuro.
- Esto lo cambia todo. Si nos ven…
- Eh… eh… eh… —me corta Manu—. Si nos ven, no pasa nada. ¿Qué tenemos que ocultar?
Suspiro. Me encanta mi vida. Me encanta estar con Manu, pero sé que en cuanto sepan que esa mujer soy yo, mis propios compañeros de profesión me van a volver loca y van a airear todos mis trapos sucios, limpios y a medio lavar y como puedo indico.
- Manu… esto se va a convertir en un problema.
- ¿Por qué?
- Porque… porque tú eres Manu Beltrán, el divo del cine y yo solo soy Raquel Rodríguez y…
- ¿Cómo que solo eres Raquel Rodríguez? —me corta— ¿Pero qué tontería estás diciendo?
Agradezco sus palabras.
Lo que acaba de decir me gusta. Me hace sentir especial, pero he de tener los pies en el suelo e insisto.
- Escucha Manu, hasta el momento hemos tenido suerte y nadie nos ha pillado, pero a partir de ahora la cosa se va a poner fea y…
- Raquel —vuelve a cortarme esta vez con voz tensa—. Esta noche iré a tu casa y hablamos.
- ¡No!
- Sí.
- Pero Manu…
- Tranquila… nadie me verá. Hasta la noche cielo.
Una vez dice aquello, el teléfono queda mudo y cuando lo dejo sobre el asiento de mi coche, suspiro y murmuro.
- Joder… joder… ¡la que se me viene encima!

18.
¡Estoy histérica!
Manu ha dicho que va a venir a mi casa y estoy convencida de que lo van a pillar mis compañeros del 'corazón'.
¡Menudos somos cuando nos ponemos!
He intentado que me escuche, que intente ver las cosas como las veo yo, pero nada, el tío es un gran cabezón y ha dicho que viene a mi casa sí o sí.
Pero no. He de impedirlo y lo llamo de nuevo. Por suerte tras dos timbrazos oigo su voz.
- Preciosa, justamente estaba pensando en ti.
Ay… Ay… ay… lo que me entra por mi cuerpazo serrano cuando le oigo decir esas cosas.
- Escucha Manu…
- Si llamas para que no nos veamos la respuesta es no —me corta—. Ya te lo dije antes.
- Pero Manu —insisto—. Tienes vigilancia en tu casa. Mis compañeros son tu sombra ¿cómo vas a venir a mi casa? ¿Estas loco? ¡Nos van a pillar!
- Raquel…
Se enfada. Se lo noto en la voz, e insisto.
- Pero no te das cuenta que si vienes me vas a meter en un circo mediático del que nada quiero tener que ver. Joder, que aquí el famoso eres tú, no yo.
La rotundidad en mis palabras siento que le hacen no contestar. Se calla. Intuyo que lo piensa e indica.
- Pero yo quiero verte ¿Tú no quieres verme a mí?
- ¡Claro que quiero verte! —aclaro desnudando sin cortafuegos mis sentimientos. No puedo mentir.
Ambos nos quedamos en silencio. Sin duda ni nosotros mismos nos entendemos cuando murmuro.
- Escucha… conozco un pequeño restaurante italiano en…
- Iré. Iré donde digas —me corta deseoso.
Eso me gusta. Me hace sentir especial, halagada, importante y tras darle la dirección, antes de colgar dice.
- A las nueve como un clavo estoy allí.
Asiento. Sonrío y cuelgo.
¡Seré idiota!
Pasan dos horas y ya estoy en el restaurante Piero Cazzola del marido de mi prima. Piero, es un italiano de esos de nudo de corbata ancha que parecía un chulito piscinas cuando lo conocimos y que tras tres años casado con Eva nos ha demostrado a todos que es un tío encantador y con cinco dedos de frente.
Mi prima Eva no está y Piero que rápidamente entiende la situación, nos prepara una mesita en un rinconcito la mar de discreto. Encantada estoy mirando la flor que nos ha puesto en la mesita cuando oigo un coche aparcar en la puerta. Tres minutos después Manu entra ¡Dios a cada instante lo veo más guapo! y Piero cuchicheando dice.
- Estaré alerta y si veo algo fuera de lo normal. ¡Te aviso!
- Gracias Piero —sonrío encantada mientras Manu se acerca y me besa en los labios.
Atontolinada por las mil emociones que me hace sentir, murmuro.
- Manu, te presento a Piero. Es el marido de mi prima Eva.
Manu y Piero se dan la mano con afabilidad y el italiano indica.
- Un placer conocerte y podéis estar tranquilos, nadie os molestará.
- Gracias tío —afirma Manu sonriente.
Una vez pasamos a donde nos ha colocado la mesita y Piero se va, Manu bajando la voz pregunta.
- ¿Eva, era la pequeña Pony verdad?
Yo suelto una carcajada y asiento. A mi prima Eva cuando éramos pequeños la llamábamos la pequeña Pony por su espesa cola de caballo en lo alto de la cabeza. Cosas de críos.
Poco después Piero nos deleita con su cocina y Manu y yo lo disfrutamos ¡Qué bien cocina el milanés!
Durante una hora Manu y yo charlamos con tranquilidad, comemos, reímos y nos besamos mientras llueve en el exterior. Disfrutando de nuestra intimidad estamos cuando Piero entra con gesto de circunstancias y dice.
- Siento ser portador de malas noticias pero he visto a un fotógrafo en la puerta.
- ¡Joder! —protesta Manu cambiando su gesto.
Vale… vale… vale ¡Nos han pillado!
Con rapidez me levanto y con disimulo me asomo por donde Piero me indica y rápidamente localizo al fotógrafo. Es Pedro.
Joder… joder ¿Por qué tiene que ser Pedro?
Veo que habla por teléfono y por su gesto siento que esta contento por las fotos que sabe que va a conseguir. Pobre. Estoy a punto de jorobarle lo que sé que le reportaría un buen pellizco de dinero. Angustiada miro a Manu y tras pensarlo digo.
- Siento decirte que la noche se acabó. Tengo que irme.
- ¡¿Qué?!
Intento ordenar mis ideas. Sí o sí, van a pillar a Manu pero a mí no. ¡Me niego! E indico.
- Voy a salir por la ventana de la cocina y…
- ¡¿Pero qué dices está diluviando?!
Vale… hacer lo que voy a hacer es el peor final de una cita pero llegado el momento y ante las pocas ganas que tengo de ser famosa insisto.
- Manu lo siento. No quiero salir en las portadas de las revistas, por lo que voy a salir por la ventana de la cocina y aunque me empape voy a acercarme al compañero que afuera espera, haciéndole creer que me ha llegado un chivatazo como a él. Luego sales tú, te metes en el tu coche y ¡se acabó!
- Joder Raquel…
- Eso hará que no me relacione contigo. ¡Es el plan perfecto!
El gesto de él no es de lo mejor que he visto últimamente y mirándome protesta.
- ¿Quieres que acabemos la noche así?
Maldigo. Gruño y cuando voy a decir que no, que yo no quiero acabar la noche así, el muy sinvergüenza me planta un besazo que me hacen temblar hasta las tiroides e indica.
- De acuerdo preciosa. Haré lo que me pides pero esta noche dormiré contigo sí o sí.
Alucinada… voy a protestar ¿pero qué locura dice? Cuando me azuza e insiste.
- Vamos… vamos… vete y a ser posible ¡empápate!
Suspiro. No sé si matarlo o comérmelo besos y al final decido marcharme.
Ayudada por Piero me escabullo como una ratilla por la ventana de la cocina y una vez en la calle en dos segundos estoy empapada. Miro mis pies, mis preciosos zapatos los acabo de echar a perder pero sin dudarlo camino hacia donde está Pedro, que al verme pregunta.
- ¿Tú por aquí?
Sonrío. Disimulo y guiñándolo un ojo afirmo.
- A ver si te crees que eres el único que recibe chivatazos ¿Has visto con quién cena la estrellita?
Pedro niega con la cabeza y yo intentando relajarme me apoyo en un árbol en busca de cobijo y murmuró.
- Muy bien… ¡pues esperemos!

19.
Con paciencia y empapándome espero junto a Pedro bajo la lluvia.
En ocasiones mi trabajo es una mierda y esta es una de esas ocasiones.
De pronto la puerta del restaurante se abre y aparece Manu.
¡Ufff… es pura tentación!
Mi trabajo en ese instante deja de ser una mierda.
Manu al vernos sonríe, se hace el sorprendido, y mirándonos pregunta.
- ¿Pero que hacéis empapandoos bajo la lluvia?
Pedro tira fotos. Ha metido la directa y no para y yo sacando la grabadora que siempre llevo en el bolso, me acerco a él y pregunto.
- ¿Qué tal la cena señor Beltrán?
- Bien —responde.
- ¿La cena la ha disfrutado solo o acompañado? —Manu levanta las cejas y yo ataco—. Se habla de una mujer que lo acompaña últimamente ¿está aquí?
Manu curva su boca en una media sonrisa y responde.
- He cenado solo ¿no lo ves?
Interiormente sonrío. ¡Qué canalla! E insistiendo, como he de hacer, pregunto.
- ¿Por qué ha cenado solo?
Manu me hace la cobra y retirando la grabadora de él indica.
- Ricura, no hablo de mi vida privada.
Sin más, camina hacia su coche bajo la lluvia, se mete en él y se marcha, momento en el que Pedro protesta.
- Por estas fotos no voy a sacar lo que pensaba ¡joder!
Siento la frustración en sus ojos y en su voz y encogiéndome de hombros susurro.
- Ni yo por sus palabras.
Pedro se guarda la cámara y dándose la vuelta dice.
- Voy a hacer guardia en su casa. Si esa mujer existe, la encontraré ¿vienes?
Lo miro. ¡Lo lleva claro! Con lo que llueve y va a hacer guardia. Pobrecito.
Me guardo la grabadora y negando con la cabeza respondo.
- Me voy a casa. Estoy empapada y no quiero pillar una pulmonía por la estrellita y su amiga. Tú deberías hacer lo mismo.
Pedro, sin decir más, se va.
Piero me hace pasar al restaurante y se preocupa por mí. Secándome estoy con una toalla que me ha dado, cuando escucho a mis espaldas.
- Menuda pulmonía vas a pillar.
Al darme la vuelta me encuentro con la cara sonriente de Manu que está ataviado con una gorra oscura y dejando la toalla pregunto.
- ¿Te has vuelto loco? ¿Qué haces otra vez aquí?
Manu se acerca, me da un beso en los labios y responde.
- He dejado el coche en el parking que Piero me ha dicho y he regresado. Nadie me ha visto —y mirándome dice—. Vamos, un taxi nos espera en la puerta para ir a tu casa. Necesitas un baño caliente.
Media hora después entramos en mi casa y Flash rápidamente viene a saludarlos. Menudo zalamero que es cuando quiere.
Mientras Manu y Flash se comunican, me quito mis empapados zapatos y entonces Manu pasa por mi lado y dice.
- Voy a llenar la bañera.
Escucharle decir eso me hace sonreír y mirando a Flash murmuro.
- Qué mono es ¿verdad?
Con la mirada Flash responde. Pero qué listo que es mi perro. Sigo sin entender que la gente crea que los animales no se comunican con las personas. Si conocieran a Flash ¡flipaban!
Quince minutos después, tras preparar algo de beber, Manu me indica que el baño ya está preparado. Entre beso y beso nos desnudamos. Qué dulce es, y cuando él se mete en la bañera indica.
- Vamos cielo…
Encantada me meto en la bañera, me agacho y me siento en el hueco que dejan sus piernas. Mi bañera no es grande, ni ancha como la suya y riéndome digo.
- Lo siento pero no vamos a poder tener el maravilloso baño relajante que nos dimos el otro día en tu súper bañera.
Oigo su risa en mi oído y entonces murmura.
- Date la vuelta y siéntate sobre mí.
Wooooooooooooooo… lo que me entra cuando lo escucho decir eso.
Y sin dudarlo ni un segundito, me incorporo, me doy la vuelta y me siento sobre él.
Sonriendo nos miramos. Así estamos unos segundos cuando suelta.
- He de marcharme el martes para California por temas de trabajo.
Dejo de sonreír. La realidad es la que es y él al ver mi cara indica.
- Pero el sábado por la tarde prometo estar de vuelta.
Sin saber por qué asiento y no digo nada. Raro en mí.
Quizá es mejor separarnos por unos días. Eso me dará tiempo para pensar qué estoy haciendo y sin duda también se lo dará a él.
Sin decir nada nos seguimos observando, cuando él adelanta su cara para besarme y yo lo acepto mientras siento latir su pene justo debajo de mí.
Dios ¡qué tentación!
Y deseosa de sexo, agarro su pene, lo coloco en la entrada de mi vagina y sin dejar de mirarlo con posesión, susurro mientras lo introduzco en mí, consciente de que no lleva preservativo.
- El trabajo es lo primero.
Manu sonríe y tiembla.
Yo jadeo y tiemblo.
Con su pene en mi interior, rodeo con mis brazos su cuello y balanceando mis caderas murmuro.
- Te voy a echar de menos.
Manu asiente, su respiración se acelera y afirma cerrando los ojos.
- No tanto, como yo a ti. Ricura.
Escucharle decir eso me hace sonreír, mientras arqueo mi cuerpo para dar y recibir placer.
El agua se sale por el borde de la bañera sin control. Me da igual inundar el piso de abajo. En este instante, en este momento, solo quiero disfrutar…disfrutar y disfrutar, mientras me muevo sobre Manu y siento que disfruta como yo.
Su boca busca la mía con avidez para besarme.
Su beso es caliente, pecaminoso, inmoral.
Su mirada es tentadora, morbosa, turbadora y me gusta, me gusta mucho.
Ambos sonreímos. Disfrutamos sin vergüenza ni temor de nuestro ardiente momento, cuando ancla sus manos en mi cintura y adelantando su pelvis contra la mía, se clava en mí.
Mi chillido gustoso lo vuelve loco y entre dientes musita.
- Disfrutas tanto como yo.
—Sí… sí…
La locura nos toma.
Nos olvidamos de donde estamos, de vecinos que nos puedan oír, de suelos encharcados y nos dejamos llevar por la pasión y barbaridad del momento.
Somos dos fieras disfrutando de lo que desean, de lo que anhelan, de lo que les gusta y cuando el clímax finalmente nos llega, temblamos y quedamos abrazados.
Así estamos unos minutos con las respiraciones entrecortadas por lo ocurrido, cuando lo miro y retirándole un mechón de su bonito pelo de los ojos murmuro.
- Me encantas, ricura.
Manu sonríe y mientras lo hace, siento dos cosas. La primera felicidad, por disfrutar de lo que hago con él, y la segunda, desconcierto, porque él es quien es, e intuyo que esto no va a ser eterno.

20.

 
Me acabo de levantar y mi humor no es el mejor de mundo.
Manu se fue hace quince días a California y no ha regresado todavía.
Tras saludar a Flash, me preparo un café, me lo tomo y después saco a mi perro a la calle a dar su paseíto mañanero.
Todavía recuerdo que Manu dijo que tardaría en regresar cuatro días y aunque me ha llamado por teléfono un par de veces para decirme que las cosas se han enredado en su trabajo, hay algo en mí que desconfía y me siento fatal. En especial porque he visto unas fotos de él en una cena con Lorena Belmonte, una guapa actriz mexicana, con la que siempre se le ha relacionado, y por lo que vi, no parecían pasarlo mal.
¡Ay Dios… Ay Dios… que yo no quiero ser celosa!
No suelo ser posesiva. Nunca me ha gustado serlo, pero esas malditas fotos algo desenfocadas en las que parece que se besan me sacan de mis casillas.
Una vez regreso a casa con Flash, cuando me dispongo a marcharme a trabajar el móvil me suena. El número es desconocido y cuando lo cojo oigo que dicen.
- Hola preciosa.
Madre… madre… madre ¡Es Manu!
Como si la tontería tomara mi cuerpo, me quedo parada en medio del salón y respondo un escueto ¡Hola!
- ¿Qué te ocurre?
- Nada.
¡Mentira! ¡Mentira y gorda!
Me ocurre de todo y cuando lo escucho reír con ganas de estrangularlo, gruño.
- No sé que te parece tan gracioso.
Siento que su risa se acaba.
- Vamos Raquel ¿qué te ocurre?
¿Se lo digo o no se lo digo?
No… no se lo digo, pero mi boca que parece tener vida propia suelta.
- ¿Qué tal la cenita de hace cuatro noches?
Bueno… bueno… ¡qué bocaza tengo! Y como ya no puedo parar, insisto.
- ¿Lo pasaste bien con Lorena Belmonte?
Le oigo sonreír ¡me cago en él! Y más cuando responde como si nada.
- Lorena y yo somos amigos. No veas fantasmas donde no los hay. Ni creas todo lo que tus compañeros de la prensa inventan.
¿Fantasmas? ¿Ahora se llaman fantasmas?
- ¡¿Inventan?!
- Sí. Inventan.
Uf… Uf… ¡Me cago en San Pito Pato!
No dudo que otros compañeros inventen de vez en cuando alguna cosilla, pero la foto es un documento gráfico, no una mentira y sin ganas de discutir digo.
- Tengo prisa ¿qué quieres?
Un incómodo silencio se ocasiona entre los dos hasta que él responde.
- ¿Cómo que qué quiero?
Lo oigo resoplar. Sé que no le gusta lo que escucha y no me extraña, porque no me gusta ni a mí. Nuestra conversación, parece un diálogo de besugos e intentando finalizarla insisto.
- Tengo prisa Manu.
- Acabo de llegar a Madrid.
Eso me da un subidón. ¡Ya está en Madrid! Pero sin querer dejar que ese subidón me alegre el momento pregunto.
- ¡¿Y?!
Manu resopla e insisto con toda mi mala baba.
- ¿Pretendes que pierda el culo para verte? O quizá ¿qué tire fuegos artificiales?
- Raquel…
Uy…Uy… ese Raquel qué mal ha sonado y cuando voy a colgar dice.
- Puedo ir esta noche a tu casa.
- ¡No!
Joder… joder… ¡Pero si me muero por verlo!
Y consciente de que estoy haciendo aquello que siempre he odiado, insisto.
- No vengas a mi casa, seguro que ya tienes gente en la tuya esperándote. Además, esta tarde noche tengo un evento al que asistir y no sé cuándo terminaré. Déjalo. Ya nos veremos.
El silencio toma de nuevo el teléfono hasta que Manu finalmente dice.
- De acuerdo. Llámame.
Dicho esto el teléfono se queda mudo ¿me ha colgado?
Joder… joder… lo que me entra por el cuerpo.
No solo tarda once días más en regresar de lo que en un principio me dijo, si no que encima el muy chuleras, se toma la libertad de colgarme y decirme ¡llámame!. Lo va a llamar su madre.
El mosqueo que arrastro todo el día es monumental. Todo me molesta y estoy que no me aguanto ni yo.
Por la tarde-noche asisto al evento en el que tengo que cubrir la noticia de que unos famosetes patrocinando la 'Dieta del kiwi' ¡hasta el kiwi termino!
Y cuando he cumplido mis expectativas y he entrevistado a todos los que me había propuesto, paso por el Burguer, me compro una hamburguesa con patatas fritas y regreso a casa dispuesta a cenar y a meterme en la cama, pero al abrirse la puerta del ascensor, me quedo sin palabras al ver a Manu apoyado en mi puerta.
Durante unos segundos nos miramos.
¡Ay… Ay lo que me entra por el cuerpo!
Manu sonríe. No pierde su sonrisa, mientras que yo quiero ir de tía dura, pero ahora que lo tengo frente a mí ¡no puedorrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!
Extiende su mano hacia mí a la espera que yo le entregue la mía, pero no lo hago y murmura.
- Te he echado de menos... ricura.

¡Ay que me ha dicho ricura! ¡Ay que el corazón comienza a irme a mil!
Sin moverme porque si lo hago es para tirarme en sus brazos, se acerca a mí y agachándose para estar a mi altura insiste.
- Vale… creeré haberte oído decir que me has echado de menos tú también y que deseas besarme.
No lo digo ¡me niego! Pero entre tú y yo ¡es lo que pienso!
De pronto siento como sus manos rodean mi cintura para acercarme a él. Agarro con fuerza la bolsa donde llevo mi hamburguesa con patatas.
Me dejo hacer sin apartar mis ojos de él y cuando siento sus labios delicadamente sobre los míos y su aroma me inunda por completo, no puedo más y abriendo mi boca permito que me bese y disfruto de aquel beso tan deseado, anhelado y necesitado.
¡Ay Dios… qué facilona soy con él!
No sé cuánto dura el mágico momento, solo sé que ha conseguido lo que ha venido a buscar y enfadándome conmigo por ser tan idiota, le doy un empujón y separándolo de mi siseo.
- Dijiste cuatro días y han sido quince y por si fuera poco, vi unas fotos tuyas con la Belmonte en la que os besabais.
Joder… joder… ¿pero qué estoy haciendo? ¿Qué hago echándole cosas en cara?
Manu resopla, se acerca de nuevo y con una media sonrisa que me toca… uf ¡lo que me toca! Pregunta un escueto.
- ¿Celosa?
Bueno… bueno… esto sí que no.
Bromitas y cachondeitos los justos, y sin pensar en mi acción, le estampo la bolsa de hamburguesa en la cara y cuando me mira con gesto desconcertado, y una patata frita en la oreja porque la bolsa se ha roto, siseo abriendo la puerta de mi casa.
- ¡Vete al cuerno imbécil!
Sin más entro en mi casa y cierto la puerta.
La bolsa de la hamburguesa se termina de abrir y esta cae al suelo y agachándome la recojo a toda prisa. Hasta el hambre se me ha quitado. Pero cuando me levanto del suelo, me encuentro con la mirada acusatoria de Flash y de pronto soy consciente de como me he comportado y murmuro.
- Joder…
Sin dudarlo abro la puerta pero Manu ya no está allí. Se ha ido. Y mirando a Flash que ya se está zampando unas patatas fritsa que encuentra en el suelo del descansillo murmuro.
- Ahora sí que la he liado.

21.


Una semana.
Ha pasado una semana desde que me mostré ante Manu como una maldita celosa, posesiva y, como era de esperar, ni me ha llamado, ni me ha buscado.
Ay madre… que sí…que tenía razón. ¡Que estaba celosa!
Paseando estoy con Flash por mi barrio cuando me suena el móvil.
Rápidamente lo saco de mi pantalón y no, no es él ¡qué más quisiera yo! Es mi amiga Gloria, por lo que algo desilusionada voy a saludar cuando pregunta.
- ¿Por qué no estás aquí?
Sin entender su pregunta respondo.
- ¿Y por qué he de estar ahí?
- Está la prensa de medio mundo en el hospital.
Al escucharla sonrío.
- Vamos a ver Gloria, ¿acaso crees que por ser periodista del corazón tengo poderes extrasensoriales para enterarme de todo lo que pasa?
- No.
- ¿Entonces?
Oigo jaleíto al otro lado del teléfono cuando mi amiga bajando la voz cuchichea.
- Pensé que tratándose de Manu sí te enterarías.
—¡¿Qué?!
Bueno… bueno… bueno. Siento que el corazón se me va a salir del pecho. Manu. Mi Manu en el hospital ¿qué le ha pasado?
A partir de ese instante ya no doy pie con bola y como puedo pregunto.
- Pero… ¿pero qué ha ocurrido?
Noto a Gloria con la respiración agitada y dice.
- Al parecer, estaba haciendo footing por su urbanización, cuando una mujer que iba en bicicleta al reconocerlo ha perdido el control de la bici y se ha estampado contra él.
Ay pobre… pobre…
- ¿Y qué le ha pasado? ¿Cómo está?
- Pues tiene un par de costillas fisuradas, seis puntos en la mano derecha y un feo golpe en la frente. La verdad es que el pobre está hecho un Cristo.
Ay… Ay… Ay… ¿Pero cómo le ha podido pasar eso y yo no enterarme?
Parada en medio de la calle estoy cuando reacciono y comienzo a caminar a toda prisa hacia mi casa. Tengo muy claro donde he de ir y antes de colgar a Gloria digo.
- Voy para allá.
- Llámame cuando llegues para colarte.
- Vale.
Como si tuviera alas en los pies, así voy de deprisa.
Angustiada llego a casa, dejo a Flash, cojo el bolso y cuando salgo de nuevo a la calle, paro un taxi. Llevo mucha… mucha prisa.
Veinte minutos después al llegar al hospital veo a mis compañeros. Aquello es un hervidero de cámaras de televisión, reporteros y fotógrafos. Todos quieren cubrir la noticia del accidente de la estrella del celuloide, por lo que llamo a Gloria.
- Ya estoy aquí.
Mi amiga me indica por donde entrar al hospital y una vez lo hago, la veo aparecer con una bata blanca y dice.
- Póntela.
—¡¿Qué?!
—Póntela. Con ella pasarás desapercibida.
Sin dudarlo, me la pongo y leo en la pechera, Doctora Galindo.
Sin saber quién es esa doctora, me la pongo y mientras caminamos por el hospital pregunto.
- ¿Quién es la Doctora Galindo?
Gloria sonríe. Yo también y suelta.
- Una encantadora doctora de Trauma que murió el año pasado.
¡Ay que me da!
¿Llevo la bata de una mujer muerta?
Mirando estoy a Gloria con ganas de matarla por profanar así la memoria de aquella mujer cuando oigo la voz de Manu que, protestando, dice a unos doctores.
- No voy a quedarme aquí a pasar la noche. Estoy bien.
- Señor Beltrán —oigo que insiste uno de los doctores—. Sabemos que está bien, pero todos nos quedaríamos más tranquilos si esta noche se queda aquí.
- Manu, como tu representante creo que…
- Concha ¡he dicho que no!
No lo veo. Desde mi posición no lo veo, pero por su tono de voz tiene pinta de estar muy cabreado, cuando una voz resurge de entre todas y dice
- Manolito ¡se acabó!
Ostras… Esa voz es de la madre de Manu.
- Mamá por favor. No empieces tú también ahora.
- Manolito. ¡No me irrites! Soy tu madre y te ordeno que te quedes aquí.
Me entra la risa. No lo puedo remediar. Sagrarito, la madre de Manu, es tremenda. Aún recuerdo cuando lo castigaba sin salir y el pobre nos miraba desde la ventana de su casa con gesto compungido.
Los médicos se mueven, todos discuten con Manu y yo salgo con Gloria de la habitación. No sé qué hago allí cuando de pronto, doctores, madre y representante salen y Gloria mirándome dice.
- Tienes cinco minutos.
Asiento y con mi bata de doctora entro en la habitación. Manu ni me mira. Veo que teclea algo en su teléfono y cuando me pongo a su lado en la cama preguntó.
- ¿Cómo estás?
Rápidamente levanta el rostro. Ay pobre… qué golpazo tiene en la frente y antes de que yo pueda decir algo más cuchichea.
- ¿Ahora vas de doctora? Lo tuyo por cubrir una noticia no tiene límites.
Sonrío. Su cara de sorpresa es total y mirándolo apunto.
- Manolito ¡no me irrites!
Ahora sonríe él. Sin duda el enfado entre ambos se ha esfumado y sin tocarlo insisto.
- ¿Cómo estás?
El pobre suspira y encogiéndose de hombros responde.
- Dolorido.
Asiento. Lo creo. Como decía Gloria está hecho un Cristo.
Sin hablar nos miramos. No sé qué decir. Solo quiero que esté bien cuando dice.
- Pero si me besas aquí —afirma señalándose los labios—. Creo que gran parte del dolor se irá.
Sin poder contenerme sonrío. Menudo tunante que está hecho Manolito y sin dudarlo doy un paso el frente y acercándome más a la cama, lo beso. Poso mis labios sobre los suyos y lo beso con cuidado, con mimo, con dulzura y cuando nuestro beso se acaba murmura con voz ronca poniéndome todo el vello de punta.
- Doctora, su medicina es la única que necesito para estar bien.
¡Me lo como!
¡Me lo como a besos!
Riéndonos estamos por ello cuando oigo a Gloria gritar.
- ¡Usted no puede estar aquí!
Instantes después escuchamos el sonido repetitivo del motor de una cámara de fotos y sin volverme para mirar, oigo a Manu que protesta.
- ¡Echen a ese maldito fotógrafo de aquí!
Enfermeras, celadores y doctores se movilizan mientras yo me quedo petrificada y Manu que no me ha soltado las manos dice.
- Vete. Te llamaré.
Tras un último y rápido beso esta vez iniciado por Manu, Gloria me hace una seña y aprovechando el momento de confusión total nos escabullimos sin ser vistas, mientras soy consciente de que algún compañero ha sacado unas fotos y no sé si se me reconocerá.

22.

¡Histérica!
Esa es la palabra que mejor me define a las siete de la mañana.
Manu en el hospital y, por si eso fuera poco, estoy a la espera de recibir alguna llamada diciéndome ¡te hemos pillado!
Acalorada estoy en el salón de mi casa dando vueltas como una tigresa encerrada cuando oigo mi móvil sonar. Rápidamente miro a mi alrededor. Lo oigo pero no lo veo.
¿Dónde está?
El ruido parece venir de mi habitación y cuando veo mi bolso tirado en un lateral de mi habitación, me lanzo a por él. Y como siempre, como es tan grande, saco de todo menos el puñetero móvil.
Cuando por fin lo localizo el teléfono deja de sonar. Rápidamente miro en registro de llamadas y veo que es un teléfono que no conozco.
- Joder… Joder… Joder…
Me entran las cagalandras de la muerte.
Seguro que alguien ya me ha reconocido en las puñeteras fotos.
Con paso decidido regreso al salón, cuando el móvil que llevo en la mano comienza a sonar otra vez. Lo miro. En la pantalla vuelve a salir el número de teléfono que no conozco y tras aspirar, respondo.
- Sí. Dígame.
- Hummm… qué seria estás preciosa.
Al escuchar la voz de Manu, mi cuerpo se relaja. Sin duda escucharle me hace bien y bajando la voz, como si alguien en mi casa me fuera a escuchar, pregunto.
- ¿Desde dónde me llamas?
Sin verlo, sé que sonríe, cuando responde.
- Desde el teléfono de mi madre.
- ¿Y estás hablando con ella delante? —pregunto preocupada
- No. Ella ha bajado a desayunar a la cafetería y me ha dado unos minutos de paz.
Eso me hace sonreír.
- ¿Cómo estás?
Manu suspira. Su suspiro me llega al alma.
- Algo dolorido y deseoso de que vengan a darme el alta
En ese instante suena el portero automático de mi casa. ¿Pero quién viene a estas horas? E inquieta murmuro.
- Dame un segundo que han llamado a la puerta.
Rápidamente me dirijo al portero automático.
- ¿Quién es?
- Soy Pedro.
- ¿Pedro? ¿Qué Pedro? —pregunto desconcertada.
- Preciosa, soy tu compañero fotógrafo —matiza aquel.
Uf… Uf… ya sé quién es. Mal presagio.
Doy al botoncito del portero automático para que se abra y poniéndome el teléfono en la oreja murmuró.
- Manu…
- Oye… —me corta—. ¿Quién narices es ese Pedro?
Estoy bloqueada. Lo admito.
No sé qué hace Pedro en mi casa, pero mi intuición femenina me hace imaginar, y como no tengo tiempo para numeritos respondo sin pensar.
- Manu, tengo que dejarte.
Y sin más cierro mi móvil acabando la conversación.
No tengo cuerpo ni tiempo para dar explicaciones. Instantes después el teléfono vuelve a sonar. Manu otra vez. Directamente quito el sonido.
Unos golpecitos suenan en la puerta de mi casa. Trago saliva, levanto el mentón y con la mejor de mis sonrisas abro la puerta.
Mis ojos y los de Pedro conectan, cuando aquel sin parpadear pregunta.
- ¿Puedo pasar?
Como un autómata asiento.
Pedro pasa, Flash lo recibe como si lo conociera de toda la vida, y cuando el saludo entre aquellos termina y yo he cerrado la puerta, Pedro abre su bolsa y sacando una revista dice.
- Creo que tenemos que hablar.
¡Ostras que me da!
Cojo la revista, veo una gran foto en portada ¡en portada! Y maldigo. En ella se nos ve a Manu y a mi besándonos en el hospital, pero por suerte, la foto está tomada desde tal ángulo, que es imposible reconocerme y mirándole susurro.
- ¡¿Tú?!
Pedro asiente.
- Sí. Yo.
Como se suele decir, a buen entendedor, pocas palabras bastan.
No sé qué hacer. Estoy desconcertada y pregunto.
- ¿Quieres un café?
Él asiente y dándome la vuelta me encamino hacia la cocina. Necesito unos segundos.
Cuando regreso con los cafés, Pedro y Flash siguen intimando y cuando me siento en el sillón Pedro dice.
- Lo siento, pero es mi trabajo.
No digo nada. Me niego. Cuando él al ver mi gesto afirma.
- Nadie sabe quién es la doctora morena de la foto, pero yo sé que eres tú. Te vi.
- ¡Joder! —suspiro.
A partir de ese instante, hablamos… hablamos… hablamos. Ambos tenemos nuestro punto de vista y cuando no llegamos a un entendimiento Pedro insiste.
- Sabes que es cuestión de días que sepan que eres tú ¿lo sabes verdad?
Me desespero. No quiero darle la razón pero la tiene. Menudos somos los periodistas y murmuro.
- Pedro no…
- Lo siento Raquel. Eres periodista como yo y sabes que lo que tengo entre manos es un bombazo. ¡Joder que es Manu Beltran!
- Sé muy bien quien es —respondo molesta.
Pedro asiente y mirándome indica.

- Te propongo hacer una exclusiva hablando sobre vuestra relación o un robado de calidad.
- No.
- Raquel —insiste.
- Que no —gruño yo.
Pedro se mueve en el sillón. Está tan incómodo como yo e indica.
- Piénsalo. Podemos hacerlo donde queráis en el plazo de una semana como máximo. Buscamos un entorno ideal, os hago unas bonitas fotos y…
El portero automático de mi casa suena. Abro los ojos despavorida.
Ay madre… Ay madre…
No me muevo. El timbre suena y suena y suena. Quien sea desde luego lo va a quemar y dándome por vencida, me levanto del sillón, camino por el pasillo y cogiendo el telefonillo pregunto.
- ¿Quién es?
—Soy Manu. Abre.
Madre mía ¿Y ahora este?
¿Pero qué hace aquí?
Pienso. Pienso qué hacer. Y consciente de que no puedo dejarlo en la calle, aprieto el botón de la puerta.
Sin moverme de allí, espero a que el ascensor llegue y cuando abro la puerta de mi casa, con gesto de enfado me mira y sisea.
- ¿Se puede saber por qué me has colgado?
Voy a contestar, cuando observo que sus ojos miran por encima de mi cabeza y oigo la voz de Pedro decir mientras se acerca.
- Hola Manu —llega hasta nosotros y enseñándole la portada de la revista dice—. Soy quien os hizo las fotos en el hospital y creo que debemos de hablar.
Manu y yo nos miramos a los ojos. No sé que decir y tras él resoplar, entra en mi casa. Cierra la puerta de un portazo y mirando a Pedro con gesto de furia dice.
- Muy bien. Hablemos.

23. 

Cuando Manu cierra la puerta no sé si tirarme por la ventana o huir a Camboya.
Pero vamos a ver.
¿Cómo he podido terminar en la portada de una revista de corazón?
Aquello no es lo quiero, pero sin duda, aquello es lo que me he buscado saliendo con quien salgo.
En silencio, Manu, Pedro y yo regresamos a mi salón y nos sentamos en las sillas que hay alrededor de mi mesa. Flash, saluda a Manu y viceversa y el gesto de aquel me preocupa y pregunto.
- ¿Estás bien?
Manu asiente y una vez acaba de saludar a Flash, coge la revista, fija sus ojos en la portada y murmura.
- Al menos no se te ve la cara.
Vale.
Tiene razón. No se me ve la cara, pero joder ¡soy yo!
Como un flan pienso que contestar, cuando Pedro dice.
- Manu, no eres nuevo en esto y sabes cómo funciona este mundillo tan bien como nosotros. Por…
- ¡Pero tú no se supone que eres su amigo? —protesta Manu.
Uf… Uf… sin duda Manu viene cabreado, cuando Pedro responde.
- Soy fotógrafo y cubro una noticia.
- Pero ella, es tu amiga. Os he visto trabajar juntos ¿acaso no has pensado en eso? ¿Acaso no has visto en la situación en que la has puesto al sacar esta foto?
Pedro y yo nos miramos.
Amigos, lo que se dice amigos… amigos, no somos.
Con la mirada nos entendemos y sabemos que Manu tiene su parte de razón y aclarándome la garganta respondo.
- Es nuestro trabajo.
- ¿Lo estás defendiendo? —pregunta Manu incrédulo.
Asiento.
- Sí. Él solo hacía su trabajo.
Manu pestañea. Imagino que debe pensar que estoy como un puñetero cencerro y murmura.
- Yo aquí preocupándote por ti, y ahora resulta que estás a su favor.
- No estoy a su favor —respondo.
- Entonces, ¿qué es lo que estás haciendo?
Resoplo. Realmente ya no sé ni lo que hago e intentando entender a Manu, a Pedro y a mí misma respondo.
- Intento no agobiarme. Y aunque al ver las fotos en la revista me he acordado de toda la familia de Pedro, lo asumo, porque yo en caso contrario hubiera hecho lo mismo. Pedro y yo solo somos conocidos. No somos amigos, pero lo que sí somos es profesionales y él ha cumplido con su trabajo, como lo hubiera hecho yo. Por eso no puedo enfadarme con él.
Flash, que sigue junto a Manu, parece resoplar cuando este posa su mano sobre la cabeza de mi chuchete y murmura.
- Te compadezco amigo. No hay quien la entienda.
En ese instante suena el teléfono de Pedro y tras atender la llamada, cuelga y dice.
- Siento deciros que el círculo se está estrechando y saben que una tal Gloria, que trabaja en el hospital, es amiga de la supuesta doctora.
Ay mi Gloria… ¡ay mi Gloria!
No quiero imaginar el agobio que tendrá cuando Manu dice...
- No queda otro remedio. Debemos pensar qué hacer. Tramar un plan.
- Me parece buena idea. Contad con mi ayuda, pero la exclusiva de las fotos es mía —admite Pedro.
Resoplo. Suspiro. Me acuerdo de media humanidad y cuando creo que voy a explotar, Manu me coge del brazo, me levanta y dice mirando a Pedro.
- Ahora regresamos. Tenemos que hablar.
Cuando entramos en mi habitación y cierro la puerta, al volverme lo primero que hace es apretarme contra la misma y darme un besazo, pero besazo de esos de película.
Como siempre que sus labios y los míos se juntan, la explosión es tremenda y más cuando yo rápidamente reacciono olvidándome de todos los problemas. Adoro a Manu, anhelo sus labios y ya estoy deseosa por desnudarlo y tirarlo en mi cama.
Dios mío ¡este hombre me vuelve loca y me estoy convirtiendo en una depredadora sexual!
De pronto un quejido de él al tocarle las costillas, me hace parar y regresar a la realidad por lo que mirándolo murmuro.
- Lo siento.
Manu sonríe. ¡Ay qué bribón! Y sentándose junto a mí en la cama musita.
- Ricura me vuelves loco pero ahora, dime ¿qué quieres hacer?
Uf… lo que me entra al saber que lo vuelvo loco. No sé qué responder a su pregunta cuando prosigue.
- Vamos a ver Raquel. Seamos claros. Sé que estas cosas no se hacen así, pero por mi profesión soy el objetivo de muchos flashes y especulaciones. Preciosa, tú me gustas y quiero seguir a tu lado. Me encantaría poder ir al cine, a cenar, a tomar una copa contigo y para eso, el mejor plan es acabar con las especulaciones y mostrarnos en público mediante las fotos de Pedro.
- Nooooo…
La sonrisa de Manu se desvanece.
Ay madre… Ay madre que se me acaba de declarar y yo le he dado calabazas.
Manu se levanta. Camina por la habitación y cuando se para, vuelve a clavar sus ojos en mí y desorientado sisea.

- Bueno, pues si no quieres eso ¿qué quieres que hagamos?
No contesto. Estoy confundida y me levanto.
Claro que quiero segur a su lado. Claro que me gusta, pero lo que no quiero es salir en la prensa. No quiero ser un personaje público. Me retuerzo las manos confundida, cuando Manu insiste.
- Otro plan es dejarme ver con otra mujer morena. Salir con ella de cena, besarla y dejar que Pedro nos fotografíe y…
- Noooooo…
Ese Noooooooo… lo digo con más ímpetu que el anterior y veo que la comisura de sus labios se curva.
Le ha gustado mi ímpetu y acercándose a mí, me rodea la cintura con sus brazos y murmura a escasos metros de mi boca.
- De acuerdo. No quieres que te vean conmigo, pero tampoco quieres que me vean con otra. ¿Qué propones tú?
Ay que me da… que me da…. ¡que me da!
Cuando se pone en ese plan tan sexy, tan… tan… me desarma completamente y sin saber qué decir, simplemente lo beso. Me deleito en ese magnífico, dulce y tentador beso y cuando nuestros labios se separan, con mimo murmuro.
- Déjame pensar.
- Hum… me gusta tu manera de pensar
Ambos sonreímos cuando oímos el timbre de la puerta de la casa, no del portero automático, si no de mi puerta y la risa se nos corta.
¿Periodistas?
Manu y yo salimos de la habitación y Pedro que sigue en el salón cuando llegamos hasta él, pregunta al escucharse de nuevo el timbre.
- ¿Habéis llamado a alguien?
Ambos negamos con la cabeza, mientras aporrean la puerta. No sé quién es. No sé quién aporrea mi puerta así, pero sí sé que no va a ser nada bueno. Por lo que respirando, me suelto de Manu, camino hacia la puerta, él se esconde tras la misma y una vez cuento hasta diez abro y me quedo ojiplaticatontada.
¡La madre del cordero, de la cordera y de los corderitos!
Ante mi están mi madre y la madre de Manu con sendas revistas en las manos, cuando oigo a mi madre decir.
- Hija mía de mi alma y de mi existir ¿qué haces besando al vecino?
- ¿Manolito y tú? —pregunta la madre de aquel.
Manu que está tras la puerta al reconocer las voces de aquellas dos, sale de su escondite. Mira a nuestras madres que se quedan de pasta de boniato. Me agarra con fuerza de la cintura y tras ver a Pedro que se asoma al pasillo junto a Flash, me mira y con una sonrisa indica.
- Me temo que ahora tendrás que pensar muy… muy rapidito.

24.

Manu y yo estamos en el Templo de Debod de Madrid paseando a las once de la noche tras haber cenado en un bonito restaurante, mientras Pedro hace fotos y fotos y nosotros hacemos como que no nos enteramos.
- Relájate preciosa —sonríe Manu asiéndome por la cintura.
Pero no puedo. ¿Cómo me voy a relajar si me están haciendo doscientas mil fotos?
Eso de saber que en unas horas estaré en todos los canales de televisión, prensa y páginas web, me tiene atormentada y me impide ser natural. Vamos que yo para actriz ¡no valgo!
Pedro hace mil fotos hasta que da un silbido y sin acercarse a nosotros se marcha.
Una vez lo veo alejarse Manu me mira y pregunta.
- ¿Estás bien?
- No.
Su sonrisa me hace sonreír y tras acercarme a él y darme un cándido beso en los labios indica.
- Vamos a mi casa.
Acepto. Nada me apetece más.
Media hora después, cuando estamos apoyados en su preciosa encimera negra de la cocina pregunta.
- ¿Tan terrible ha sido?
- Sí.
Él sonríe y yo incapaz de sonreír protesto.
- Vamos a ver Manu ¿tú de que no eres consciente?
- ¿A qué te refieres?
Lo miro y al ver que se acerca a mí, doy un paso atrás y respondo.
- Me refiero a que soy periodista, sé lo que se me viene encima y no creo estar preparada.
Manu da otro paso hacia mí, pasa su mano por mi cintura y murmura.
- Eres mi chica. Sales conmigo y eso, seas o no periodista sabes lo que significa.
Cierro los ojos. Tiene razón. Tonta no soy, y acercándome a él lo beso. Lo deseo tanto que solo anhelo olvidarme del momento y disfrutar de él. De sus besos, de sus mimos, de su cuerpo.
- Como tu chica, exijo que me lleves a tu cuarto, me desnudes y me hagas el amor.
Al escucharme Manu sonríe y rozándome los labios afirma.
- Tus deseos son órdenes para mi preciosa.
Con maestría me coge entre sus brazos y me lleva hasta su habitación. Allí sin hablar me desnuda, se desnuda, nos tentamos y una vez caemos sobre la cama, me hace el amor con deseo y pasión.
Y oye… para qué lo voy a negar, consigue hacerme olvidar de todo lo que me atormenta hasta que finalmente y abrazada a él me quedo dormida.
Un run run incesante parecido al de un abejorro me atormenta, no para, y cuando soy consciente de que es la vibración de mi móvil me despierto de golpe y me encuentro sola en la cama.
Rápidamente cojo el móvil de la mesilla y maldigo al ver que tengo como 600 Wassap y tropecientas mil llamadas de teléfono. Mi madre, mi tía, mi prima, mi vecina, Gloria, mi peluquera, compis de redacción etc… etc… etc…
Oh Dios… ¡Oh Dios, qué agobio! Ya ha debido de salir la noticia en todos lados.
Dándome aire con la mano estoy cuando Manu entra en la habitación vestido con solo con un bóxer blanco y una bandeja de desayuno. Uf… es la tentación personificada y al verme dice.
- Deja el teléfono sobre la mesilla.
Como si me quemara el aparatito lo suelto y sentándose a mi lado, me da un meloso beso en los labios y murmura.
- Buenos días Ricura.
Pero yo estoy que no vivo en mí. La vibración de mi teléfono continúa, mi cabeza ya no puede dejar de pensar y pensar y él afirma.
- Sí. Las fotos ya han salido en todos lados. Concha, mi representante nos espera en el salón y tenemos que hablar.
¿Hablar yo con su representante?
Y como de tonto no tiene un pelo y está aprendiendo a leer mis gestos insiste.
- Tranquila cariño, tranquila.
Pero la palabra tranquila, ha desaparecido de mi vocabulario.
¿Cómo voy a estar tranquila si ahora todo el mundo sabe que yo soy la morena que sale con la estrellita Manu Beltrán?
De pronto la puerta de la habitación se abre y Concha, la representante de Manu, entra como perico por su casa y sin importarle que yo esté desnuda dice.
- Creo que lo mejor es que hoy salgáis a comer a un buen restaurante para que otros periodistas os vean y hagan más fotos. A ver como salimos ahora de esta. Y por cierto, esta noche tenemos que asistir a una cena de etiqueta en Las Rozas. ¿Va a ser ella tu acompañante o aviso a Nicoleta o Paula? Y otra cosa, tenemos que hablar sobre qué decir en cuanto a lo que hay entre vosotros, pues el teléfono me echa humo.
¿Humo dice? ¡Humo echa mi cabeza!
Aquella tía habla y habla y habla como si yo no estuviera allí. Pero bueno, ni buenos días que ha dicho, y cuando no puedo más levanto la voz para que me mire y con toda mi mala leche suelto.
- Soy una persona, estoy aquí desnuda y estás invadiendo mi intimidad ¿qué tal si sales de la habitación?
Aquella pestañea, mira a Manu que parece sonreír y gruñe.
- Su actitud para comenzar no es nada buena.
Bueno… bueno… bueno… esta me está tocando las epiteliales, pero antes de que yo vuelva a abrir la boca para mandarla a paseo, Manu se mueve con rapidez y acercándose a Concha dice, mientras la guía hacia la puerta.
- Luego hablamos y por favor, respeta nuestra intimidad.
Aquella lo mira alucinada. Por lo que veo está acostumbrada a no respetar nada y cuando Manu cierra la puerta y me mira, le indico con el dedo.
- No se qué tipo de relación tienes con tu representante, pero a mí que no me trate como si fuera invisible o…
No puedo decir más, Manu se tira a lo Sandokan sobre la cama para besarme. La bandeja de desayuno rebota, las tostadas vuelan, los cafés se desparraman y una vez acaba aquel increíble beso con una candorosa sonrisa pregunta.
- ¿Qué te apetece hacer hoy?
Su gesto…
Su sonrisa…
Su todo, me hace sonreír y afirmando indico.
- Tú no sé qué harás, pero yo tengo que trabajar.
Tras una hora de estupendo sexo con el hombre al que adoro, cuando se queda traspuesto, me levanto con cuidado, me visto y salgo de su casa. Mi vida continúa y como no soy una estrellita de Hollywood, he de trabajar.

25.

Cuando abro la puerta de la casa de Manu, me quiero morir.
Tras la verja veo a varios periodistas que conozco y se me ponen los pelos como escarpias. ¡No tengo escapatoria!
Cierro la puerta. Quiero salir de allí sin ser vista pero es imposible. Salga por donde salga mis compañeros me van a ver, pensando en ello estoy cuando la voz de Concha dice.
- ¿Quieres marcharte?
Su gesto como siempre es serio y mirándome por encima de sus gafas de pasta insiste.
- Si quieres salir de aquí, puedo hacer que salgas sin que seas vista.
—Te lo agradecería —afirmo.
Según dice aquello, abre su teléfono, marca, le oigo hablar con alguien y dice.
- En diez minutos saldrás.
Diez minutos después, salgo en la parte de atrás de una furgoneta que ha traído flores.
Una vez la furgoneta me deja en casa de mi madre, por suerte no hay vecinas a la vista, subo a toda leche, llamo a la puerta y cuando mi madre abre cuchichea.
- Ay hija ¿pero qué famosa te has hecho?
Sonrío. No lo puedo remediar y entrando murmuro mientras saludo a Flash que está con ella.
- Mamá el famoso es Manu, no yo.
- De eso nada mi lucero —añade ella—. A Manu ya lo tienen muy visto, pero tú sales preciosa en las fotos. Mira… mira qué perfil tan mono se te ve.
- Mamaaaaa.
- He comprado en el quiosco de Jesús diez ejemplares y se las he regalado a tus tías, a Juanita y a la Pucheros. Ay mi niña ¡Ay mi niña!
La emoción de mi madre me vuelve a hacer sonreír cuando añade.
- Si ya sabía yo que entre Manolito y tú, siempre existió una atracción. Por cierto, muy amable tu amiga. Qué chica más mona y encantadora.
Eso llama mi atención y pregunto.
- ¿Qué amiga?
- La chica que vino hace una hora para hablar conmigo —y suspirando cuchichea—. Me ha hecho recordar cosas tan bonitas de tu adolescencia y lo que nos hemos reído cuando le he contado lo mucho que os gustaba a Manu y a ti comer bocadillos de chorizo de Pamplona y ha visto la foto en la que estáis vestidos de Tarzán y Jane.
- ¡Mamá! —le corto incrédula.
¡Mecagoentodoloquesemenea!
Alguna espabilada ha visto en mi madre a una presa fácil y ha ido a por ella. Rabiosa y enfurecida estoy cuando mirándola pregunto.
- Vamos a ver mamá ¿se puede saber con quién has hablado?
Mi pobre madre me mira y responde mientras toca la cabeza de Flash.
- Pues no sé, con una muchacha que dijo llamarse Loli.
¿Loli? ¿Mi Loli?
- Me ha dicho que la revista para la que colaboras está tan feliz de que tú seas la novia de la súper estrella Manu Beltrán, que están preparando un especial y…
- ¡Joder… Joder! —protesto.
- Por el amor de Dios hija de mi vida —gruñe mi madre— ¡Qué te he dicho yo siempre de decir palabrotas!
Maldijo… a mi madre le ha metido toda la anchoa, Loli ¡mi Loli! Y cuando voy a protestar, de pronto veo los álbumes de fotos sobre la mesita. Oh no… ¡Oh no!
- Mamá ¿no le habrás dado ninguna foto a esa periodista?
- No… claro que no.
Eso me hace respirar hasta que dice.
- Solo ha fotografiado media docena en la que estáis tú y Manu.
- ¡Mamaaaaaaaaaa!
Incrédula miro a mi madre y cuando voy a decir lo más grande, al ver su gesto de no entender nada, intento rebajar mi nivel de enfado y murmuro.
- Por favor mamá, a partir de ahora no abras la puerta a ningún periodista por muy amigo mío que te diga que sea y no contestes a preguntas, ni dejes que nadie fotografíe mis fotos.
- Pero hija…
- Mamá. Tengo que ir a la redacción. Quédate con Flash hasta que vuelva.
Y sin más salgo de allí hecha una furia dispuesta a comerme a Loli.
Cuando llego a la redacción, no sé si me miran por el humo que sale de mi cabeza, o por ser la nueva conquista de Manu Beltrán. Como una hidra camino bajo la atenta mirada de todo el mundo hasta el despacho de Loli y abriendo la puerta siseo.
- ¿Cómo has podido? —No contesta e insisto—. ¿Cómo has podido jugar tan sucio?
Loli se levanta y rápidamente contesta.
- No soy la Loli que ha estado en tu casa, Raquel.
Nos miramos con seriedad cuando una mujer que hay sentada frente a ella se levanta. ¡Es Concha! Y mirándome dice.
- Le dije a Manu que traerías problemas y ya llegó el primero gracias a tu bendita madre —y mirándome de una manera que no me gusta un pelo dice enseñándome una tarjeta de memoria chiquitita—. Por suerte, las fotos ya están en mi poder.
Molesta por sus palabras, extiendo la mano.
- Dámelas.
Concha sonríe. No sé a qué juega, pero yo no estoy para jueguecitos y al ver que no se menea insisto.
- Dame la puñetera tarjeta de memoria si no quieres que monte la tercera guerra mundial aquí.
Pero nada. Ni caso me hace.
Por lo que enfadada, mosqueada y tremendamente cabreada, dejo salir al bicho que vive en mí y monto un gran pollo en el despacho de Loli en la redacción.
Grito a Loli.
Grito a Concha.
Grito a todo el que se le ocurra aparecer por aquel despacho hasta que de pronto escucho a mis espaldas.
- ¿Se puede saber qué haces?
Al volverme, me encuentro con Manu tan esplendoroso como siempre e inconscientemente miro a todas las mujeres y algún hombre que tras él están y ¡todos babean móvil en mano!
Madre… madre… ¡lo que me entra!
Mi gesto debe ser tal que Manu intentando poner paz en todo aquel despropósito, mira a Concha y extendiendo su mano dice en un tono bajo.
- Dame la puñetera tarjeta de memoria.
Una vez aquella se la da, Manu me mira y con seriedad dice.
- Vámonos de aquí.
Siento que Concha quiere sacarme los ojos. Se acerca a Manu para cuchichearle algo cuando Loli se acerca a mí y murmura.
- Créeme, no fui yo. Esa tal Loli ha sido una enviada desde las altas esferas.
Sin saber por qué asiento. Quiero que Loli, siga siendo ¡mi Loli! cuando Manu, agarrándome por la cintura, me da un beso de tornillo, mientras oigo un ¡ohhhhhh! general en toda la redacción.
Un minuto después cuando estamos en el ascensor, Manu enseñándome la tarjeta de memoria dice entregándomela.
- Habla con tu madre y dile que se mantenga calladita.
- Pero Manu…
- Raquel —me corta—. Te han estado grabando en la redacción. Buscan carnaza ¡y tú se la has dado!
Incrédula lo miro ¿pero cómo he podido ser tan tonta?
- Ese beso ha sido a cambio de que omítan las imágenes de tu enfado. Por lo tanto, prepárate porque mañana, más que la foto de la gala de esta noche, la que abrirá la revista, será la del beso que te he dado en la redacción.
—¡¿Qué?!
Una vez se abre el ascensor Manu molesto añade.
- Raquel, aquí nadie da nada gratis ¿acaso no eres periodista?
Asiento. Tiene razón. Y yo he caído como una tonta.

26.

Las horas pasan y parece que Manu y yo nos relajamos tras recoger a Flash de casa de mi madre y llevarlo a mi casa. Allí hablamos, nos besamos y cuando Concha, su representante, le llama para recordarle el evento que esta noche tiene en Las Rozas, me da un beso y se marcha a su casa para cambiarse, prometiendo pasar a recogerme en tres horas.
Una vez se va, me doy una ducha y una vez salgo de ella, abro mi armario y durante una hora observo los dos vestidos elegantes que tengo. Uno rojo y otro negro.
Me los pruebo y al final me decanto por el negro. Como siempre he escuchado, el color negro es elegante y con rojo llamativo, y la verdad, lo que menos quiero es llamar la atención.
Con paciencia me recojo el pelo en una especia de moño despeinado y una vez acabo, sonrío. ¡Me ha quedado de lujo!
Acabo de maquillarme, me pongo el vestido y ¡tachánnnn! Cuando me miro al espejo me siento bien. Como diría mi madre si me viera: "Hija cuánto ganas cuando te arreglas".
Sonriendo estoy, cuando Flash se acerca y yo rápidamente lo alejo mientras digo.
- No se te ocurra babearme, ni plantarme tus patazas que te conozco.
El portero automático de mi casa suena y al contestar la voz de Manu dice.
- Cuando quieras.
Cojo mi bolsito de mano, me miro al espejo y antes de salir miró a Flash y digo.
- Pórtate bien.
Flash me mira. Sé que está deseoso de babosearme, pero no se lo puedo permitir. En mi bonito vestido no pueden ir ni babas, ni pelo, ni huellas de animal.
Una vez salgo del ascensor maldigo. En la puerta del portal hay un par de fotógrafos y consciente de que he de salir, tomo aire y lo hago.
Tropecientos flashes se ven a mi alrededor y mis vecinos alucinan ¡joder qué vergüenza!
Por suerte Manu coge mi mano y a toda leche me mete en el coche. Una vez estamos los dos dentro y el chofer arranca, me besa y sonriendo dice.
- Estás preciosa.
- Gracias —sonrío todavía noquedada por tanta foto.
Llegamos a Las Rozas y cuando para el vehículo y veo otra vez periodistas esperando en la entrada del local, Manu me dice cuando Concha, la representante de aquel se acerca a nosotros.
- Tranquila. Tú solo sonríe.
Con la mejor de mis sonrisas salgo del vehículo y me agarro a la mano de aquel que me la aprieta con fuerza. Los periodistas nos rodean y muchos me saludan sonrientes mientras los encargados del evento, nos indican dónde parar para contestar a las preguntas y dónde ponernos para el photocall.
¿Qué tengo pasar por el photocall?
Ay Dios ¡que me da!
A mí todo esto me viene grande. Hasta hace media hora estaba en el lugar donde mis compañeros de la prensa se pisan en busca de buen material, y ahora estoy en la parte donde he de posar.
Por primera vez me doy cuenta de lo profesional y sensual que es la Pataky y más si recuerdo su tradicional posado mostrándonos la espalda.
¡Ay con lo que la he criticado, y yo soy incapaz de sonreír sin parecer medio lela!
Acabadas las fotos del photocall, Manu sin soltarme camina hasta donde los periodistas buscan la noticia. Allí nos acribillan a preguntas sobre nuestra relación, mientras Concha nos observa. Yo me dedico a sonreír y a pedir a mis compañeros ¡piedad! Pero nada… ¡pasan de mí!
Una, dos, tres, veinte preguntas que Manu responde y al final cansada de sentirme como una mujer florero, voy a abrir la boca cuando Concha da por finalizadas las preguntas.
De la mano de Manu entro en el local y nos dirigimos a la barra para tomar algo. Estamos sedientos. Una vez allí tras pedir, varios actores españoles se acercan a Manu y este me presenta. Bueno…bueno…. Bueno… ¿Quién me iba a decir a mi que iba a estar yo allí riendo entre aquellos?
Incrédula, observo y escucho las conversaciones mientras sigue llegando gente al local. Actrices, actores, políticos, futbolistas, empresarios. El local se va llenando de gente a la que yo he perseguido, cuando veo a un futbolista muy famoso besándose con una actriz. ¡Ostras que notición!
Conseguir una foto de aquellos dos juntos y besándose podría ser la leche e incapaz de quedarme calladita pregunto a Manu.
- ¿Entre Niusa y Perdi hay algo?
Manu mira en la dirección donde señalo y encogiéndose de hombres responde.
- Ni lo sé. Ni me importa.
- Hijo… ¡qué borde!
Manu al escucharme sonríe.
- Olvídate de tu faceta de periodista, ahora estás al otro lado.
Tiene razón. Lo beso e intento disfrutar del momento.
Pero Perdi y Niusa se ponen a nuestro lado y me lo ponen a huevo. Y al final sin que nadie se dé cuenta, les grabo un vídeo en el que salen besándose.
Madre mía… madre mía… ¡qué notición! Y la primicia la tengo yo.
Acalorada estoy por lo que sé que tengo entre manos cuando Concha me quita el teléfono y sisea.
- Como se te ocurra utilizarlo, vas a tener un problema muy serio conmigo.
- Pero qué dices —gruño molesta—. Dame el teléfono ahora mismo.
Aquella me mira cuando Manu dice.
- Concha, tranquilízate y devuélvele el teléfono.
- No me gusta su jueguecito.
- ¿De qué hablas? —pregunta Manu.
La bruja nos enseña mi móvil y cuchichea con disimulo para que nadie le escuche.
- Que te enseñe lo que ha grabado.
¡Mecagoensupadreensumadreyhastaensuprimoeldelpueblo!
Molesta por la pillada, voy a decir algo cuando Manu mirándola insiste.
- Devuélvele el teléfono.
El gesto de aquella se agría más y tras dármelo gruñe.
- Tú mismo. Pero recuerda, el problema te lo vas a comer tú solito.
Una vez aquella se aleja, voy a protestar cuando Manu mirándome dice.
- ¿Me enseñas lo que tienes en tu teléfono?
Ay… Ay… Ay…. No puedorrrrrr y al ver mi gesto apurado susurra.
- ¡No me lo puedo creer!
Y cogiéndome de la mano, me lleva hasta las cocinas y una vez estamos en un lugar donde nadie nos ve, acerca su rostro al mío y sisea.
- Estás aquí como mi chica, como mi amante, como mi amiga. No estás aquí como periodista ¿Qué no has entendido de las reglas del juego?
- Manu, yo…
- Solo dime una cosa ¿es cierto lo que Concha dice?
Uf…. Qué apuro me da la pregunta, pero más apuro me da mentirlo y finalmente afirmó.
- Sí.
Según digo el sí, Manu comienza a soltar improperios por su boca y por supuesto, y a pesar de mi error, yo lo sigo. No voy a ser menos.

27.

Menuda movida hemos montado en las cocinas de aquel lugar.
Él me dice….
Yo le digo…
Y al final, enfadada, y sin importarme quien me pudiera fotografiar, me dirijo a la puerta del local dispuesta a irme a mi casa, pero antes de llegar, Manu, me para y dice.
- Saldremos juntos, como hemos llegado y ahora haz el favor de sonreír.
Como es de esperar, a la salida los fotógrafos nos acribillan a fotos, en las que por supuesto yo sonrío. Bastante tengo con saber que he discutido con Manu como para que todo el mundo lo sepa.
En silencio vamos en el coche mientras el chofer callejea por las calles de Madrid y yo me siento fatal. No debí haber grabado ese video. Debí olvidar mi faceta de periodista.
Una vez llegamos a mi portal Manu y yo nos miramos. Está claro que la discusión va a continuar, cuando pregunta.
- ¿Quieres o no que suba a tu casa?
Sin dudarlo asiento.
¿Pero cómo no voy a querer que suba?
Una vez el coche se va, abro la puerta del portal y nos dirigimos al ascensor. El mal rollo continúa y siento que si abro la boca, voy a decir algo inapropiado.
Salimos del ascensor, abro la puerta de mi casa y Flash sale a saludarnos. Su calidez hace que los dos sonriamos y nos relajemos y una vez mi maravilloso Flash se da por saciado nos miramos y oh… oh… creo que vamos a discutir.
Y sin ganas de ello, me acerco a él, paso mis manos alrededor de su cintura y lo beso.
Uno mis labios a los suyos y, encantada, soy consciente de que él me desea tanto como yo a él y sin decirnos nada nos dejamos llevar y terminamos sobre mi sofá, haciendo el amor.
Cuando horas después despierto sobre la cama no sé qué hora es. A mi lado Manu está dormido como un ceporro y sonrío.
¡Qué mono es!
La noche comenzó mal pero por suerte la acabamos bien.
Encantada lo miró un buen rato disfrutando de las vistas que el pedazo de tiarrón me ofrece, cuando le suena el teléfono móvil que dejó sobre la mesilla, indicándole que ha recibido un mensaje.
El molesto sonido lo despierta y mirándome dice con una maravillosa sonrisa.
- Buenos días preciosa.
Sonrío.
Si es que cuando me sonríe puede conmigo. Me da un rápido beso en los labios, se sienta en la cama, coge el teléfono y lo mira. Pasados unos segundos murmura.
- Joder…
Uf… le ha cambiado el gesto.
Su sonrisa ha desaparecido para dejar paso a una cara de cabreo monumental y mirándome dice.
- Gracias a tu inadecuada acción de anoche, estamos de nuevo en todas las plataformas.
Sin entender a qué se refiere me incorporo. Me siento en la cama y cuando veo el vídeo que me enseña en la que se nos ve a los dos discutiendo como dos posesos en las cocinas del lugar donde cenamos anoche, maldigo y Manu dice.
- Me indican que uno de los cocineros lo grabó y ahora este vídeo es viral.
Lo miro. Veo que está subido a Youtube apenas 6 horas atrás y ya tiene nada menos que 5.457.392 visitas.
¡Madrecitadelamacarenaespiazaymoreneta!
No sé qué decir cuando aquel insiste.
- Que estemos juntos significa medir nuestros movimientos en público porque todo es cuestionable para los periodistas y para cualquiera persona que se cruce en nuestro camino.
- Tú comenzaste la discusión —le acuso.
- ¡Y tú la provocaste! —me suelta.
Vale. Tiene razón. Yo la provoqué. Yo la cagué.
Sin saber qué decir estoy cuando mi teléfono comienza a vibrar una y otra vez. Sin cogerlo lo miro. Son mensajes.
- Ahí lo tienes. Seguro que te hablan del vídeo —gruñe Manu.
Sin palabras estoy cuando el teléfono de aquel suena y este cogiéndolo dice levantándose de la cama.
- Sí, Concha. Ya lo he visto.
Sin prestar atención a los mensajes que me llegan observo a Manu discutir con su representante y maldigo. Si él tiene ese tono duro de voz que tiene, no me quiero ni imaginar como será el de ella.
Incapaz de seguir mirándolo cojo mi teléfono. Tengo infinidad de mensajes, de Whatsapp, de todo, pero solo abro el de mi amiga Gloria que pregunta: ¿Has visto esto?
Sin dudarlo abro el archivo adjunto y Manu y yo aparecemos discutiendo como dos posesos, mientras los camareros y cocineros del evento nos miran y hasta parecen reírse de nosotros.
¡Madre mía… madre mía! Qué genio nos gastamos el Manuelito y yo cuando nos ponemos.
Una vez el vídeo acaba tiro el teléfono sobre la cama cuando Manu que está parado a los pies me mira, se deja caer en ella y abriendo sus brazos dice.
- Creo que lo mejor es que nos besemos.
Al ver la curvatura en su boca, sonrío y reptando por la cama, me tumbo sobre él y lo beso. Lo devoro consciente de lo mucho que me gusta y de lo mucho que siento lo ocurrido.
Un beso nos lleva a otro…
Una caricia a otra…
Y enloquecida de deseo estoy cuando siento su mirada febril sobre la mía y le oigo exigir con voz llena de morbo y sensualidad.
- Abre tus piernas para mí.
Woooooooooooo ¡lo que me entra!
Solo con decirme esa frasecita me vuelve más loca de lo que estoy.
Cuando se acopla entre mis piernas abiertas para él y siento su maravillosa y apetecible erección entre ellas, sonrío gustosa. Y animándolo a que me posea de aquella manera que él sabe que me gusta, susurro.
- Dámelo todo, estrellita.
Y me lo da.
¡Claro que me lo da!
Me da lo suyo, lo de su primo, lo de su amigo.
¡Dios qué placer!
No me priva de nada de lo que deseo, de lo que le pido, mientras nuestros cuerpos se mueven gustosos sobre la cama en busca de gozo y nuestras respiraciones aceleradas nos enloquecen más y más.
Somos dos animales en cuestiones de sexo y olvidándonos de vídeos y problemas, nos dejamos llevar por el momento y la excitación y nos hacemos el amor de tal manera que sin proponérnoslo, conseguimos llegar a perder la razón.
Cuarenta y siete minutos después, mientras los dos tumbados en mi cama miramos el techo con las respiraciones aún entrecortadas por el buen ratito que hemos pasado, siento que la mano de Manu coge la mía y murmura.
- Adoro hacer el amor contigo.
Sonrío. ¡A mí me apasiona!
Pero sin querer regalarle los oídos, pues imagino que muchas a lo largo de su carrera se los habrán regalado, respondo.
- No ha estado mal.
Manu me da un pellizco en el muslo. Estoy convencida de que deseaba escuchar otra cosa, cuando mirándome dice.
- No podemos volver a montar otro numerito de esos.
Consciente de que tiene razón asiento y afirmo.

28.

Tras una estupenda mañana en la que sacamos a Flash a pasear, a la hora de comer cocino unos filetitos empanados que hacen que nos chupemos los dedos.
Tirados en el sofá estamos cuando a las seis de la tarde suena mi teléfono.
Son mis amigos Azu y Tomás, periodistas como yo, para recordarme que esa noche tenemos la cena de despedida de un colega que se jubila.
Uf… se me había olvidado.
Llevamos preparando la cena de Agus meses y una vez cuelgo, miro a Manu y se lo explico.
- Ve tú. Yo no voy.
- Manu, son periodistas de fiar.
- No.
- Son mis amigos —insisto—. Confía en mi por favor.
- Raquel, confío en ti pero prefiero no ir.
Aquella actitud me joroba. Es una cena de amigos y parejas e insisto.
- Joder Manu ¿acaso no vamos a poder quedar con mis amigos nunca?
Este se levanta del sillón, se acerca a mí e indica.
- No quiero discutir contigo.
Su rotundidad me hace callar y tras darme un beso, coge su chaqueta y guiñándome un ojo dice.
- Ve a esa cena y pásalo bien.
Se va. No lo paro, aunque me acaba de destrozar el corazón al ver que no confía en mí.
Pero mi sorpresa llega una hora después, cuando suena el portero de mi casa y es él. Y al abrirse la puerta del ascensor, Manu me mira sonriendo y dice.
- Confío en ti y cenaremos con tus amigos.
Sin poder evitarlo sonrió y lo beso. Me gusta que confíe en mí.
A las nueve de la noche entramos en "La brasa" un restaurante argentino de confianza donde vamos a celebrar la cenita. Azu y Tomás ya han advertido al resto de compañeros quien es mi acompañante y todos aceptan tratarlo como a uno más. Eso me gusta y siento que a Manu también.
Todos disfrutamos de la cena y cuando Agus abre el regalo que entre todos le hemos comprado, el pobre se emociona y con él la mayoría entre los que me incluyo yo, que soy de lágrima fácil.
Acabada la cena, el local lo cierran y nos quedamos dentro a tomar unas copas. Observo que llegan otros compañeros y eso me alerta, hasta que Azu y Tomás me aclaran que todos están advertidos de que Manu es un invitado más y no se le puede molestar. Asiento y se lo agradezco.
Pero media hora después al mirar a Manu, siento que su gesto ha cambiado y al acercarme y ver que están con él Cuca y Raúl digo.
- Si no os importa, Manu quiere disfrutar de la fiesta.
Aquellos dos se miran y obviándome, Raúl prosigue.
- El que tú no confirmaras que estuviste con Rebeca McDonalson, no quiere decir que no estuvierais juntos ese verano.
Manu molesto me mira y responde.
- Simplemente asistimos a una fiesta donde había más gente.
- ¿Qué ocurrió con la actriz Lola Muñoz? —pregunta Cuca—. Porque con ella sí que nos consta que tuviste algo.
Aquella pregunta siento que incomoda a Manu y responde.
- Estamos en una fiesta ¿seríais capaces de disfrutarla?
Pero mis compis, ya han metido la directa y Cuca insiste.
- Adriana Steward ¿tampoco estuviste con ella?
Con la mirada busco a Azu, o a Tomás, para que me ayuden. Necesito que aquellos acaben con sus incómodas preguntas, antes de que me ponga a repartir guantazos, cuando Raúl que es peor que una mosca cojonera, indica.
- Rebeca, Lola y Adriana son bellezones ¿cómo un tío como tú se va a resistir a unas mujeres así?
Manu a cada instante más cabreado responde.
- Por suerte en mi trabajo estoy rodeado de bellezones ¿eso quiere decir que he de tener algo con todas?
Raul sonríe. Yo no. Cuando Cuca, que es para matarla, cuchichea.
- Manu, eres una estrella del celuloide y lo raro es que alguien como tú, que puede tener a la mujer que desee, tenga algo con una mujer como Raquel.
¡Hasta aquí hemos llegado!
Como si yo fuera un toro de Miura, me meto en el centro y mirando a Raúl y Cuca siseo.
- ¿Por qué no os vais a la mierda de una santa vez?
Mis compañeros sonríen y se alejan cuando Manu murmura.
- Está más que visto que vosotros, sois incapaces de separar la vida real del jodido trabajo. Si veis una noticia ¡vais por ella!
Incómoda no sé qué decir. Tiene más razón que un santo cuando de pronto veo que entra en el local Lola Muñoz.
Ay Dios… ¡Ay Dios! ¿Pero quién narices la ha invitado?
Un año atrás, Manu y ella tuvieron una relación que no acabó bien y tras mirar a Raúl y ser consciente de que él la ha llamado voy a decir algo cuando Manu que ya la ha visto suelta.
- ¡Joder! La que faltaba.
Azu alertada por quien ha entrado, se acerca a nosotros.
- Tranquilos. Esta se va de aquí a la de ¡ya!
Tiemblo. Me agobio y Manu mirándola dice.

- Mejor me voy yo.
—Nos vamos —aclaro yo.
Pero Lola como una bala se acerca a Manu, a mí ni me mira y dándole dos besos dice.
- Hola cariño.
- Hola Lola.
Uf… Uf…Uf… lo que me entra.
No me gusta cómo lo mira…
No me gusta cómo sonríe…
Y cuando aquella en plan divina divinona, por no decir putón verbenero dice:
- ¿Me pides un gin tonic cariño?
Estoy a punto de saltar a lo Lara Croff sobre ella para aplastarla, cuando Manu con caballerosidad me pide tranquilidad, le pide al camarero el malditogGin tonic y una vez este lo deja sobre la barra, se lo entrega al putón verbenero y dice.
- Ahora, aléjate de mí para tomártelo.
Sus palabras me gustan. Me hacen sentir bien cuando sin esperárnoslo el gin tonic de aquella zorrasca acaba sobre la cara de Manu.
Al ver aquello, mi primer instinto es empujarla ¿Pero qué ha hecho?
A Manu, le chorrea el gin tonic por el rostro y todos comienzan a mirarnos.
Azu y Tomás intentan poner orden en aquel desaguisado mientras Lola chilla lo que lleva guardando un añito y algún que otro flash nos ilumina.
Manu cabreado me coge de la mano, tira de mí y una vez llegamos a la puerta sisea.
- ¿Estás contenta?
Boquiabierta voy a contestar cuando aquel molesto gruñe.
- Te dije que no era una buena idea. Me fié de ti. Te dije que…
- Manu, me prometieron que…
- ¿Te prometieron? —vocea—. Joder Raquel, ¿pero en qué mundo vives?
Sé que él tiene razón, pero yo también siento que la tengo.
Durante la cena ninguno de mis amigos periodistas lo ha molestado porque todos se han comportado como las grandes personas que son. El problema ha venido tras la cena con los que han entrado.
Manu abre la puerta del local para salir y ¡Dios santo!
Cientos de flashes se disparan a nuestro alrededor. Todos los periodistas saben que la estrella Manuel Beltrán está allí y yo me siento fatal.
Cierra la puerta del local y Azu, Tomas y Agus le piden disculpas por lo ocurrido. Están tan consternados como yo. Manu asiente y se separa de nosotros mientras yo les advierto de la que hay liada fuera con la prensa.
Al volverme para mirar a Manu lo veo con gesto serio hablando por teléfono y le oigo decir.
- Sí, Concha. Lo espero.
Una vez cuelga el teléfono, Manu me mira. ¡Ay Dios cómo me mira! Y un extraño escalofrío me cruza el cuerpo.
Diez minutos después, ayudados por algunos amigos periodistas, conseguimos atravesar la avalancha de fotógrafos hasta llegar al coche y cuando arranca Manu mirándome sentencia.
- Esto no va a funcionar.
- ¿Qué? —murmuro en un hilo de voz.
Manu coge mis manos y mirándome a los ojos indica.
- Raquel, me gustas mucho, pero esto es una locura y creo que lo mejor es…
Ay Dios… ¡que intuyo lo que va a decir! Y antes de que lo diga suelto yo.
- Tienes razón. Esto no va a funcionar.
En silencio estamos durante todo el trayecto hasta que al llegar a mi casa, el coche para y él pregunta.
- ¿Quieres que hablemos?
Lo miro y niego con la cabeza.
El silencio que nos ha acompañado durante el viaje ha hablado por nosotros y abriendo la puerta simplemente digo con una sonrisa mientras bajo del coche.
- Todo está hablado. Adiós Manu.
Sin mirar atrás camino hacia mi portal con dignidad mientras oigo como el coche arranca y se aleja.
Mantengo el tipo hasta llegar al interior de mi casa y una vez cierro la puerta, Flash viene a recibirme y agachándome para abrazarle, me permito llora. Ahora sí.

29.

Pasan cinco días desde el mayor desastre de mi vida y mis compañeros periodistas, se enteran por la representante de Manu que lo nuestro se ha acabado.
No quiero ni imaginarme la sonrisita de satisfacción de la jodida Concha, al ver que ya no tendrá que volverme a ver, pero reconozco que lo que más me enajena es ver que Manu, ni me llama, ni me escribe.
¿De verdad que lo nuestro se ha acabado?
Intento ser discreta.
No quiero que nadie se apene por mí pero mis compis son muy pesados. Me siguen, me acosan, no me permiten hacer mi trabajo y me agobio. Intento hablar con ellos, pero nada ¡pasan de mis palabras!
De pronto he dejado de ser una compañera para ser una noticia ¡ymecagoentoooooo!
Recibo un mensaje de Pedro, el fotógrafo. Al abrirlo veo una foto de Manu en una glamurosa fiesta entrando de la mano de una mujer. ¡Idiota!
Su poder de recuperación por mi ausencia es increíble y mi compañero Pedro es un cabrito.
Al día siguiente vuelvo a recibir otra foto de Pedro. En esta ocasión Manu asiste al desfile de moda de Corroncho Mingal y sonríe con una pelirroja.
Enfadada ya no solo con Manu, marco el teléfono de Pedro y siseó.
- ¿Quieres hacer el favor de dejar de enviarme fotos?
No veo el rostro de Pedro pero me sorprende cuando le oigo decir.
- Si te las envío, es para que le hagas saber a ese gilipollas que es lo que se pierde —no respondo. Si lo hago, le voy a decir de todo menos bonito cuando aquel añade—. Me han dado un chivatazo y es que esta noche irá a la inauguración de la…
Enfadada cuelgo. ¿Acaso me tiene que dirigir la vida?
Pero las palabras de Pedro me despiertan, me hacen ver que tiene razón.
Yo… aquí sufriendo, mientras que el otro se divierte a lo grande, y tomando las riendas de mi vida y recuperando mi mala leche, todo hay que decirlo, marco el teléfono de Pedro, digo.
- ¿Dónde estará esta noche?
Oigo reír a Pedro. Al final no va a ser tan cabrito como creo e indica.
- Sala Carraste, a partir de las once de la noche.
Asiento, se lo agradezco y cuelgo.
Acto seguido, llamo a Gloria, Iker y a Jesús y quedo con ellos. Esta noche quiero juerga.
Tras la cena, los cuatro nos dirigimos en las motos de Iker y Jesús, a la sala en cuestión y por suerte el revuelo de la entrada de famosetes se ha debido de acabar. Aquello está muy tranquilo.
Pedro, al verme, en vez de tirarse a hacerme fotos, distrae a los compañeros que esperan como él la salida de los famosetes y con una sonrisa se lo agradezco.
Nerviosa llego hasta la puerta de la sala. Saber que Manu está allí me hace temblar, pero dispuesta a continuar con mi vida, me agarro al brazo de Iker y con la mejor de mis sonrisas entramos en el local.
Nos dirigimos a la barra y una vez pedimos con disimulo hago un escaneo de la sala, hasta que lo encuentro. Esta junto a un grupo de trajeados hablando.
¡Ay madre…. Ay madre lo que me hace el cuerpo al verlo!
De pronto comienza a sonar por los altavoces la voz de Mark Ronson, junto a Bruno Mars cantando Uptown Funk y la sala de fiestas se viene arriba. Está más que claro que a todos nos gusta esa canción e Iker que es un tío divertidísimo me mira y dice tirando de mí.
- Vamos Raquelita ¡bailemos!
Y mira… como me encanta esa canción me dejo llevar y disfruto bailando con Iker, mientras sonrío y hago el pavo sin pensar en nada más. De nuevo vuelvo a ser la loca Raquel dueña de su vida y disfruto… disfruto y ¡disfruto!
Pero cuando la canción acaba, e Iker y yo estamos abrazados me percato que Manu, está mirándome, pero obviándole, me doy la vuelta y regreso a la barra junto a Iker.
A partir de ese momento me siento constantemente observada. Y mira, en cierto modo hasta me gusta, mientras me observa a mí con cara de pez estreñido, no tontea con las mujeres que se mueren porque les preste atención.
A las dos de la mañana, decidimos ir a otro local y cuando vamos hacia la salida soy consciente de que Manu viene detrás de nosotros. Al salir miro a Pedro y, sin dudarlo, le hago una seña y este rápidamente avisa.
- Chicos sale Manuel Beltrán.
Parado por mis compañeros no consigue alcanzarme y una vez Iker arranca la moto y, miro por el espejo retrovisor, el corazón me late a mil al ver a Manu con cara de cabreo rodeado de fotógrafos.
Tras ir a un par de sitios más, me voy a dormir a casa de Gloria y al levantarme tengo un mensaje en el móvil de Pedro.
Esta noche, cine Godiva a las diez. Estreno de Bridges Jones´s Baby.
Pedro vuelve a avisarme ¡qué majo!
Sin dudarlo, llamo a mi amigo Kevin, consigo entradas para el estreno de le peli y allí que nos plantamos. Pero esta vez no soy discreta. Si mis compis quieren fotos ¡se las doy! Y poso en el photocall con Kevin cogida del brazo.
Manu que está respondiendo a los periodistas cuando me ve, siento su incomodidad en la mirada pero yo con dignidad paso por su lado y ocupo mis butacas. Y hay que ver lo que me gusta la peli y lo identificada que me siento con Bridget Jones.
Cuando la película termina, y me levanto para marcharme, de pronto siento que alguien me coge del brazo. Al mirar me encuentro con Manu. Por Dios… ¿puede cada día estar más guapo? Y dice.
- ¿Podemos hablar un momento?
Quiero decirle que sí. Necesito hablar con él, pero como ni yo misma me pillo en ocasiones, tras torcer el cuello, respondo.
- No. No tengo nada que hablar contigo.
Y sin más, me voy de allí con Kevin, con la sensación de que esta vez le he dado yo calabazas a la estrellita. Y oye… ¡me siento mejor!
A partir de ese momento Manu entra en el juego y yo no dispuesta a que mis compañeros me cataloguen como la nueva viuda de España porque un súpermega actor haya pasado de mí, juego y juego sucio.
Me dedico a pasarlo bien sin pensar en nada más, encontrándome con él en mil sitios, mientras mi pobre madre horrorizada, no gana para disgustos con tanta foto en la prensa.
Según ella, se me ha ido la cabeza.
Según yo, la siento perfectamente sobre mis hombros.
Al final, Manu se marcha para Los Ángeles. Ha de iniciar el rodaje de su nueva película, y al saberlo siento que el corazón se me encoge, pero mirándome en el espejo me hago saber que cuando existe magia, no hace falta buscarle el truco y sin duda, la magia no existió entre Manu y yo.
Pasan dos meses y nos plantamos en diciembre. Siempre me gustó la Navidad, pero este año, no sé si me va a gustar pues ando algo tontorrona, pero saco mi lado guerrero y me obligo a quererme. Quizá no soy la tía más guapa, ni la que tiene el pelazo más increíble, ni los dientes mas perfectos, pero soy Raquel, una mujer curranta, a la que quiere su familia y buena persona.
¿Qué más puedo pedir?
Bueno sí… por pedir… pedir… podría pedir… un poco de magia.
Pero no… ¡me niego!
Y tras mirarme al espejo, me pongo un gorro de lana negro y cogiendo la correa de Flash digo.
- Vámonos a dar un paseo.
Cuando salgo de mi portal hace frío. Diciembre en Madrid puede ser matador, pero dispuesta a tomar el aire con Flash, me cierro el abrigo y me lanzo a la calle.
Como siempre Flash va como un loco. A veces pienso si yo lo saco a él a pasear, o él me saca a mí y cuando llego al parque lo suelto para que corra y se desfogue. Ni qué decir que aquel comienza a correr como un loco y yo sonriendo me siento en un banco a observarle.
Abstraída estoy mirándolo cuando escucho que alguien detrás de mi pregunta.
- ¿Podemos hablar?
Al escuchar esa voz miro hacia atrás y buenoooooo… bueno… buenoooo. Lo que me entra por el cuerpo es poco.
Manu en persona está allí y yo no puedo ni hablar.

30.


¡Mamasitalinda los calores que me entran!
Verlo allí cuando no lo esperaba me deja totalmente desubicada, pero con la mayor tranquilidad que soy capaz de tener respondo.
- Vaya… tú por aquí ¿qué se te ha perdido por estos barrios?
El gesto de Manu es confuso.
No sé si está enfadado o acojonado y como no dice nada, solo me mira, me levanto del banco donde estoy sentada y sacando ese endemoniado carácter que Dios me ha dado insisto.
- ¿Qué narices quieres?
Manu da la vuelta al banco para ponerse junto a mí e indica.
- Me equivoqué. Me enfadé contigo por algo que tú…
- Exacto —lo corto—. Te equivocaste —y al ver que la comisura de sus labios se curva, con toda mi mala leche suelto—. Como te estás equivocando, si te crees que porque plantes tu bonito culo ante mí, yo voy a perder el mío para perdonarte.
Parpadea. Mi estrellita no está acostumbrada a que una mujer le hable así y cuando va a decir algo, me doy la vuelta y grito.
- Flash ¡vámonos!
El mencionado para su carrera y, al ver a Manu, viene raudo y rápido, pero antes de que se acerque a él, lo agarro del collar y con voz de ordeno y mando siseo.
- ¡Quieto!
Mi pobre Flash se paraliza. Ni pestañea, cuando Manu dice.
- Escucha Raquel, sé que…
- Ah… ¿ahora sabes? —suelto furiosa—. Mira guapo, paso de seguir jugando al jueguecito de ahora sí, ahora no. Ahora voy con una rubia, ahora con una morena ¿y sabes por qué? —Manu ni se mueve—. Primero, porque me quiero. Segundo, porque me gusta mi trabajo y quiero seguir disfrutando de él, y tercero, porque no estoy dispuesta a sufrir por alguien que al menor problema, me deja tirada sin pensar en mis sentimientos. Por lo tanto… ¡airecito estrellita y déjame en paz!
Dicho esto, comienzo a caminar sujetando a Flash al que se le va a descuajeringar la cola de tanto moverla, por lo contento que está por ver a Manu. Aisss si es que mi perrín es un buenazo.
Sin mirar atrás sé que me sigue y soy consciente de que algunos lo reconocen y se paran a mirarlo y a hacerle fotos con el móvil.
Sigo y sigo hasta que llego a mi portal y sin dejarlo entrar le doy con la puerta en las narices y le digo adiós con la mano y una maquiavélica sonrisa.
Un minuto después, una vez cierro la puerta de mi hogar, me desinflo y tras soltar a Flash que se va derechito a su cazo de agua, yo voy derechita al grifo ¡también necesito agua!
El corazón me bombea con fuerza, lo ocurrido no lo esperaba, cuando escucho unos golpecitos en mi puerta y sin hacer ruido me acerco a ella. Miro por la mirilla y ¡oh Dios… oh Diosssss!
¿Pero cómo puede estar allí si yo no le he abierto la puerta del portal?
Manu vuelve a llamar e incapaz de quedarme callada siseo sin abrir.
- No sé qué haces aquí pero más vale que te pires, o te juro que soy capaz de llamar a alguno de mis compañeros para que venga y te haga fotos en la puerta de mi casa. Sin duda, verlas a tu querida representante le encantarán.
- Llámalos… no pienso irme sin hablar contigo. Y lo que piense Concha es lo que menos me importa en este momento, porque solo me importas tú.
¡Wooooo virgencitadelosalumbrados!… reconozco que su respuesta me gusta y tras unos segundos en silencio, insiste.
- Sé que lo nuestro es complicado. Tú periodista y yo actor. Se puede decir que estamos en bandos supuestamente contrarios pero te quiero, joder cariño ¡te quiero! Y sé que tú me quieres y eso es lo único que me importa. Raquel eres lo más verdadero, bueno y mejor que tengo en mi vida y reconozco que junto a ti, me siento mejor persona.
Boqueando como un pececillo lo escucho, cuando veo a través de la mirilla a mis vecinos abrir sus puertas y con todo el descaro del mundo mirarlo. Manu al verlos les sonríe y apoyando su frente en mi puerta prosigue.
- Escúchame cariño. Por ti estoy dispuesto a lo que quieras. Si he de trasladarme de nuevo a España, lo haré. Si he de rechazar papeles que interpretar, los rechazaré, pero lo que no voy a hacer es perderte a ti, porque sin ti me he dado cuenta que mi vida ya no tiene sentido.
- Muy bien muchacho —oigo decir a mi vecino Manolo—. Así se habla.
- Cariño —prosigue Manu tras sonreírle a aquel—. Por favor. Piénsalo. Piensa en los bonitos momentos que hemos pasado juntos y en los cientos de ellos que nos quedan por pasar. Raquel, metí la pata. Me enfadé. Me ofusqué y no pensé en nada más. Pero no verte, no tenerte, estar alejado de ti, me ha hecho darme cuenta de lo mucho que te necesito y te quiero y…
Uf… Uf… lo que me entra por el cuerpo mientras lo escucho.
Tras la puerta, el hombre que adoro, que amo, que venero, está diciéndome las cosas más bonitas e increíbles que nunca pensé que pudiera decirme y cuando mi corazón no puede más, abro la puerta, lo miró a los ojos y al ver que sonríe murmuro.
- No sigas...
- Cariño…
- He dicho que cierres la boca —insisto.
- Pero vecina ¿acaso no te gusta lo que el muchacho te dice? —suelta Alfonsi la cotilla del segundo.
Manu y yo nos miramos y omito decir que de aquel ¡me gusta todo! Pero al final, moviendo la cabeza suspiro y mirándole a los ojos afirmo.
- Yo también te he echado de menos.
La sonrisa de mi estrellita se agranda y deseosa de tenerlo entre mis brazos susurro.
- Ya estás tardando en besarme.
No pasan ni dos segundos cuando ya me devora.
¡Mamacitalindaaaaaaaa cómo me gustan sus tórridos besos!
Mis vecinos aplauden. Menuda función mañanera les estamos ofreciendo en vivo y en directo y sin separar nuestros labios, introduzco a Manu dentro de mi casa, cierro la puerta y como los depredadores sexuales que somos, nos desnudamos y nos hacemos el amor con vehemencia.
Durante horas no existe teléfono, ni email, ni whatsapp ¡ni nada! Solo existimos él y yo y cuando por la tarde decidimos hacer un parón para no deshidratarnos, tumbados sobre la cama, mientras miramos el techo, sudorosos pero felices, Manu pregunta.
- ¿Esto quiere decir que volvemos a estar bien?
Su pregunta me hace sonreír y respondo.
- Creo que esto quiere decir que estamos como dos cabras.
Ambos reímos por aquello. Sabemos que lo nuestro no va a ser fácil, cuando volviéndose hacia mí, abrazándome dice.
- En estos momentos estoy en pleno rodaje y he de regresar mañana a California o el director me matará por irme sin avisar. Pero una vez acabe la película, puedo trasladarme definitivamente a España y…
- No —lo corto—. No quiero que lo hagas.
Manu me mira. Su rostro se crispa y pregunto.
- ¿De verdad dejarías tu vida y trabajo en California por vivir en España?
- Por supuesto. Donde tú estés, quiero estar yo.
Aisss Dios mío ¡si es que me lo como! Y sonriendo susurro.
- Siempre he querido vivir en California.
Boquiabierto me mira. Levanta las cejas. Quiere que le explique lo que acabo de decir, pero creo que mi sonrisa lo explica todo y emocionado susurra.
- Allí tengo muy buenos contactos en la prensa, y si tú quieres...
- ¡Quiero! —afirmo encantada—. Quiero que ambos hagamos lo que nos gusta.
Manu se sienta en la cama. Está nervioso. No esperaba el giro que le estoy dando a los acontecimientos y cogiéndome las manos murmura.
- ¿Qué te parece si mañana te vienes conmigo a California y ves lo que te pueden ofrecer allí? Quedan tres semanas para Navidad y prometo que el 29 de diciembre estaremos aquí para pasar los últimos días del año con ambas familias.
Su proposición me gusta… ¿Acepto o no?
31.

Y como soy una romántica empedernida, acepté su proposición y…
¡Estoy en Los Ángeles!
Acompaño a Manu al rodaje de su última película y reconozco que me lo paso bomba.
Ver los entresijos que tiene su trabajo y cómo se gesta lo que luego siempre he visto en la gran pantalla, es una pasada.
La película que rueda es de romanos y ¡mamacitalinda cómo está mi churri de romano!
Boquiabierta estoy mirándole rodar su escena, cuando siento que alguien se sienta en la silla que tengo al lado y al mirar, bueno… bueno… buenooooo… creo que me va a dar un ataque.
Por el amor de Dios ¡Gerard Butler vestido de romano!
Intento contener las ganas que tengo de chillar, de sacar el móvil para hacerme un selfie con él y de mil cosas más, cuando este me mira y con una increíble, radiante y maravillosa sonrisa pregunta.
- ¿Te gusta lo que ves?
Uf… Uf…
¿Que si me gusta lo que veo pregunta?
Gerard es uno de mis actores preferidos. Aún recuerdo cuando lo vi por primera vez en la película 'Atila, el Rey de los Hunos' y posteriormente en otra llamada 'Timeline' y me enamoré locamente de él. Y ahora… ahora lo tengo delante de mí y solo puedo mirarlo como si fuera medio tonta.
Cuando consigo reaccionar de la impresión de tener a ese pedazo de tiarrón, a un palmo escaso de mí, respondo.
- Para alguien que es ajeno al mundo del cine, es curioso ver cómo se hace una película.
Gerard sonríe. ¡Madrecilalinda qué sonrisa que tiene el polluelo en vivo y en directo!
Yo también sonrío, cuando de pronto, me tiende la mano y dice.
- Soy Gerard ¿y tú eres?
- Mi novia —oigo que dice de pronto Manu.
Al mirar hacia la derecha, allí tengo a mi potentorro novio vestido de romano, que todo sea dicho ¡está increíble! Y mirando a Gerard indica.
- Gery, ella es mi novia, Raquel.
Gerard sonríe…
Yo… ni te cuento…
¡Esto es surrealista!
Al final, Manu sonríe también y Gerard levantándose de la silla, coge mi mano, me besa los nudillos y guiñándome el ojo murmura divertido.
- Un placer conocerte Raquel. Espero verte por aquí más a menudo.
Nada más decir eso mira a Manu, ambos con complicidad sonríen y yo me siento la tía más buenorra de mundo mundial, al estar siendo halagada por aquellos dos titanes.
Instantes después Gerard se marcha y no puedo evitar no mirarlo. Uf… qué muslos y qué espaldas y que porte al andar que tiene el puñetero. Y cuando siento la mirada de Manu que me observa lo miro y aclaro.
- Cariño, ese hombre siempre ha tenido el título de ¡hombre de mis sueños! Para mí era el número uno, pero llegaste tú y le quitaste el título y la posición.
Manu sonríe. Me da un beso en los labios y cuando el director de la película lo llama, antes de alejarse para seguir los pasos de Gerard, afirma.
- Me alegra saber que soy tú número uno.
Divertida lo observo mientras se aleja y disfruto del rodaje, sintiendo que es verdad lo que he dicho. Gerard me gusta, pero Manu, mi Manu, me tiene locamente enamorada.
Por la tarde, mientras mi churri continúa en su rodaje, yo voy a una entrevista de trabajo. Manu ha hablado con unos buenos amigos, dueños de una revista y voy a hacer una entrevista.
Cuando entro en el moderno edificio me gusta lo que veo ¡Qué pasote de lugar! Y cuando diez minutos después me recibe una mujer llamada Caty simplemente me dejo llevar por la situación.
Una vez entramos en un despacho, Caty me presenta a un tipo llamado Russell y tras sentarnos ante una redonda mesa de cristal rosa, les enseño en documentos mi valía como periodista. Con atención ven mis trabajos y no me sorprendo al sentirme segura ante aquellos. No tengo un pelo de tonta y sé mi valía, pero mi sorpresa es mayúscula cuando me ofrecen llevar una sección semanal en dos de sus revistas en las que tendría que entrevistar a celebridades a nivel mundial.
Aquello me pilla por sorpresa. Aquel trabajo, es mucho mejor de lo que yo esperaba y ya cuando hablamos de dinero, no sé ni qué decir.
Bueno…bueno…bueno… lo que esta gente me ofrece al mes, no lo gano yo ni trabajando dos meses seguidos sin parar un segundo en España, pero no acepto. Prefiero estudiar bien la oferta para no equivocarme y una vez me despido de ellos y quedo en responder una vez pasen las Navidades, salgo de las oficinas y me siento feliz.
Estoy feliz porque mi corazón está lleno de amor por Manu, Flash y mi familia y mi vida laboral siento que puede ir ¡de lujo!
Como Manu está en el rodaje y sé que hasta las seis o así no regresará a casa, me voy a Rodeo Drive. He oído tanto hablar de esa famosa calle, que deseo verla por mí misma y más siendo Navidad. Una vez llegó allí, el glamour y los Papás Noeles de la zona me abducen.
¡Qué maravilla de lugar!
Durante horas paseo por aquel precioso sitio, mientras miro escandalizada el precio de las cosas. Pero claro, estamos en Rodeo Drive ¿Qué voy a esperar?
Pienso en la oferta de trabajo y me hace sonreír. Siento que aquello puede ser algo excelente para mí y a cada instante me emociono más y más.
Tras mirar mi reloj decido parar un taxi y regresar a la preciosa mansión de Manu. Estoy deseando verle para contarle mi entrevista de trabajo.
Una vez llego a la mansión y saludo a Giusepina, la mujer que se encarga de que todo allí funcione a las mil maravillosas, y cuando se va a su casa me quedo sola. Manu no ha llegado todavía y decido darme una ducha, por lo que entro en el precioso baño, doy a un botoncito que hay en la pared y la voz de Michael Buble cantando Nobody but me, comienza a sonar.
Esa canción me da muy buen rollo cada vez que la escucho y bailoteando me desnudo y me meto en la ducha.
Gustosa abro el grifo y el agua comienza a correr por mi cuerpo, mientras yo canto a voz en grito aquella bonita canción, hasta que de pronto escucho la voz de Manu canturrear y aparece totalmente desnudo ante mí y divertido dice.
- Cantas fatal pero estoy loco por ti.
Divertida sonrío, me tiro a sus brazos, lo beso y nos hacemos el amor.
¡Lo quiero… lo adoro… lo amo!
Dos horas después, tras una increíble ducha llena de morbo, besos y sexo, estamos sentados en albornoz en los taburetes que tiene junto a la isla azulada de la cocina. Le hablo de mi entrevista de trabajo y una vez acabo pregunta.
- Te siento emocionada ¿has pensado ya qué quieres hacer?
Lo miro, suspiro y asiento.
Sé que es una locura lo que estoy dispuesta a decir pero ¿qué sería la vida sin esta locura? Y consciente de que mi vida va a cambiar en todos los sentidos afirmo.
- Sí.
Manu es impaciente e insiste.
- ¿Y?
Consciente de que lo he despistado por mi gesto serio, respondo.
- Creo que quiero ver más a menudo a Gerard Butler —Manu parpadea. No entiende lo que digo e incapaz de no reír a carcajadas afirmo rodeando con mis brazos su cuello—. A mi madre le vamos a dar el disgusto del siglo cuando sepa que dejo España y prepárate porque Flash, una vez llegue, te va a comer el precioso jardín que tienes —Manu sonríe y yo prosigo—. Eres mi número uno y quiero lanzarme a esta aventura contigo, y…
No puedo decir más.
Manu me acerca a él y me besa con posesión. Me besa como siento que no me ha besado nunca y cuando nuestras bocas se separan, con una preciosa sonrisa, asiente y afirma sonriendo.
- Te quiero y tú también eres mi número uno.

Capítulo 31.

Y como soy una romántica empedernida, acepté su proposición y…

¡Estoy en Los Ángeles!
Acompaño a Manu al rodaje de su última película y reconozco que me lo paso bomba.
Ver los entresijos que tiene su trabajo y cómo se gesta lo que luego siempre he visto en la gran pantalla, es una pasada.
La película que rueda es de romanos y ¡mamacitalinda cómo está mi churri de romano!
Boquiabierta estoy mirándole rodar su escena, cuando siento que alguien se sienta en la silla que tengo al lado y al mirar, bueno… bueno… buenooooo… creo que me va a dar un ataque.
Por el amor de Dios ¡Gerard Butler vestido de romano!
Intento contener las ganas que tengo de chillar, de sacar el móvil para hacerme un selfie con él y de mil cosas más, cuando este me mira y con una increíble, radiante y maravillosa sonrisa pregunta.
- ¿Te gusta lo que ves?
Uf… Uf…
¿Que si me gusta lo que veo pregunta?
Gerard es uno de mis actores preferidos. Aún recuerdo cuando lo vi por primera vez en la película 'Atila, el Rey de los Hunos' y posteriormente en otra llamada 'Timeline' y me enamoré locamente de él. Y ahora… ahora lo tengo delante de mí y solo puedo mirarlo como si fuera medio tonta.
Cuando consigo reaccionar de la impresión de tener a ese pedazo de tiarrón, a un palmo escaso de mí, respondo.
- Para alguien que es ajeno al mundo del cine, es curioso ver cómo se hace una película.
Gerard sonríe. ¡Madrecilalinda qué sonrisa que tiene el polluelo en vivo y en directo!
Yo también sonrío, cuando de pronto, me tiende la mano y dice.
- Soy Gerard ¿y tú eres?
- Mi novia —oigo que dice de pronto Manu.
Al mirar hacia la derecha, allí tengo a mi potentorro novio vestido de romano, que todo sea dicho ¡está increíble! Y mirando a Gerard indica.
- Gery, ella es mi novia, Raquel.
Gerard sonríe…
Yo… ni te cuento…
¡Esto es surrealista!
Al final, Manu sonríe también y Gerard levantándose de la silla, coge mi mano, me besa los nudillos y guiñándome el ojo murmura divertido.
- Un placer conocerte Raquel. Espero verte por aquí más a menudo.
Nada más decir eso mira a Manu, ambos con complicidad sonríen y yo me siento la tía más buenorra de mundo mundial, al estar siendo halagada por aquellos dos titanes.
Instantes después Gerard se marcha y no puedo evitar no mirarlo. Uf… qué muslos y qué espaldas y que porte al andar que tiene el puñetero. Y cuando siento la mirada de Manu que me observa lo miro y aclaro.
- Cariño, ese hombre siempre ha tenido el título de ¡hombre de mis sueños! Para mí era el número uno, pero llegaste tú y le quitaste el título y la posición.
Manu sonríe. Me da un beso en los labios y cuando el director de la película lo llama, antes de alejarse para seguir los pasos de Gerard, afirma.
- Me alegra saber que soy tú número uno.
Divertida lo observo mientras se aleja y disfruto del rodaje, sintiendo que es verdad lo que he dicho. Gerard me gusta, pero Manu, mi Manu, me tiene locamente enamorada.
Por la tarde, mientras mi churri continúa en su rodaje, yo voy a una entrevista de trabajo. Manu ha hablado con unos buenos amigos, dueños de una revista y voy a hacer una entrevista.
Cuando entro en el moderno edificio me gusta lo que veo ¡Qué pasote de lugar! Y cuando diez minutos después me recibe una mujer llamada Caty simplemente me dejo llevar por la situación.
Una vez entramos en un despacho, Caty me presenta a un tipo llamado Russell y tras sentarnos ante una redonda mesa de cristal rosa, les enseño en documentos mi valía como periodista. Con atención ven mis trabajos y no me sorprendo al sentirme segura ante aquellos. No tengo un pelo de tonta y sé mi valía, pero mi sorpresa es mayúscula cuando me ofrecen llevar una sección semanal en dos de sus revistas en las que tendría que entrevistar a celebridades a nivel mundial.
Aquello me pilla por sorpresa. Aquel trabajo, es mucho mejor de lo que yo esperaba y ya cuando hablamos de dinero, no sé ni qué decir.
Bueno…bueno…bueno… lo que esta gente me ofrece al mes, no lo gano yo ni trabajando dos meses seguidos sin parar un segundo en España, pero no acepto. Prefiero estudiar bien la oferta para no equivocarme y una vez me despido de ellos y quedo en responder una vez pasen las Navidades, salgo de las oficinas y me siento feliz.
Estoy feliz porque mi corazón está lleno de amor por Manu, Flash y mi familia y mi vida laboral siento que puede ir ¡de lujo!
Como Manu está en el rodaje y sé que hasta las seis o así no regresará a casa, me voy a Rodeo Drive. He oído tanto hablar de esa famosa calle, que deseo verla por mí misma y más siendo Navidad. Una vez llegó allí, el glamour y los Papás Noeles de la zona me abducen.
¡Qué maravilla de lugar!
Durante horas paseo por aquel precioso sitio, mientras miro escandalizada el precio de las cosas. Pero claro, estamos en Rodeo Drive ¿Qué voy a esperar?
Pienso en la oferta de trabajo y me hace sonreír. Siento que aquello puede ser algo excelente para mí y a cada instante me emociono más y más.
Tras mirar mi reloj decido parar un taxi y regresar a la preciosa mansión de Manu. Estoy deseando verle para contarle mi entrevista de trabajo.
Una vez llego a la mansión y saludo a Giusepina, la mujer que se encarga de que todo allí funcione a las mil maravillosas, y cuando se va a su casa me quedo sola. Manu no ha llegado todavía y decido darme una ducha, por lo que entro en el precioso baño, doy a un botoncito que hay en la pared y la voz de Michael Buble cantando Nobody but me, comienza a sonar.
Esa canción me da muy buen rollo cada vez que la escucho y bailoteando me desnudo y me meto en la ducha.
Gustosa abro el grifo y el agua comienza a correr por mi cuerpo, mientras yo canto a voz en grito aquella bonita canción, hasta que de pronto escucho la voz de Manu canturrear y aparece totalmente desnudo ante mí y divertido dice.
- Cantas fatal pero estoy loco por ti.
Divertida sonrío, me tiro a sus brazos, lo beso y nos hacemos el amor.
¡Lo quiero… lo adoro… lo amo!
Dos horas después, tras una increíble ducha llena de morbo, besos y sexo, estamos sentados en albornoz en los taburetes que tiene junto a la isla azulada de la cocina. Le hablo de mi entrevista de trabajo y una vez acabo pregunta.
- Te siento emocionada ¿has pensado ya qué quieres hacer?
Lo miro, suspiro y asiento.
Sé que es una locura lo que estoy dispuesta a decir pero ¿qué sería la vida sin esta locura? Y consciente de que mi vida va a cambiar en todos los sentidos afirmo.
- Sí.
Manu es impaciente e insiste.
- ¿Y?
Consciente de que lo he despistado por mi gesto serio, respondo.
- Creo que quiero ver más a menudo a Gerard Butler —Manu parpadea. No entiende lo que digo e incapaz de no reír a carcajadas afirmo rodeando con mis brazos su cuello—. A mi madre le vamos a dar el disgusto del siglo cuando sepa que dejo España y prepárate porque Flash, una vez llegue, te va a comer el precioso jardín que tienes —Manu sonríe y yo prosigo—. Eres mi número uno y quiero lanzarme a esta aventura contigo, y…
No puedo decir más.
Manu me acerca a él y me besa con posesión. Me besa como siento que no me ha besado nunca y cuando nuestras bocas se separan, con una preciosa sonrisa, asiente y afirma sonriendo.
- Te quiero y tú también eres mi número uno.

FINAL
Mi querid@ Guerrer@,
Como bien me prometió Manu, regresamos a Madrid para celebrar las Navidades con nuestras familias.
Unas Navidades muy especiales para mí y que siento que las disfruto el doble por tenerle a él a mi lado.
Si el año pasado me hubieran dicho que iba a finalizar 2016, enamorada hasta las trancas de mi vecino de niñez, que no es otro que el súper famoso actor Manu Beltrán y que él estaría tan enamorado de mí, nunca lo hubiera creído.
Pero está visto que las cosas ocurren cuando menos lo esperas ¡y eso me ha ocurrido a mí!
Mi madre cada vez que me mira llora ¡ay pobre! Aunque la de Manu la anima cada vez que la ve llorar y le recuerda que el amor, es lo más bonito del mundo y de eso, en este instante, su hijo y yo estamos repletos.
A mi madre le apena que me vaya tan lejos a vivir porque según ella ¿a quién le va a preparar los tupper de cocido los sábados y de paella los domingos?
Sonrío mientras la escucho y ella hace pucheros y al final hemos llegado a un acuerdo. Flash se queda con ella en su casa. Me cuesta horrores dejar a mi bichito en España y yo irme lejos, pero si soy fría y pienso en su bienestar, Flash, estará mejor cuidado por mi madre que por mí, y no solo porque esos tupper que yo no me voy a comer, se los va a comer él.
Mamá se alegra mucho por mí y mi felicidad, como sé que te alegras tú.
Si te cuento esto es porque ella, al igual que tú, siempre habéis sido las que me habéis animado a perseguir mis sueños por muy difíciles que fueran. Y si además de un excelente trabajo, en ese sueño hay un maromo que está loco por mí ¡mejor que mejor!
Mis amigos se sorprenden por mi decisión. Nunca imaginaron que por amor yo fuera capaz de dejarlo todo para comenzar de nuevo y mira ¡me gusta sorprenderlos! Aunque a mi Gloria no le ha sorprendido, porque según ella, la chifladura siempre me acompañó y esperaba que hiciera una locura por amor tarde o temprano. Pero lo que nunca imaginó, es que esa locura la cometería por un actorazo de Hollywood.
¡Qué fuerte… es que yo todavía casi ni me lo creo!
Mis compañeros de trabajo, algunos rabian por mi buena suerte en el amor y en el trabajo y otros se alegran infinitamente. Y mira, no me gusta ser mala, pero oye… los que rabian ¡que rabien! Porque mientras ellos pierden el tiempo en hacerlo, yo lo disfruto siendo feliz.
De la mano de mi chico, paseamos por Madrid, vemos las luces de Navidad, disfrutamos con Flash, mimamos a nuestras madres y cenamos con nuestros amigos. Aprovechamos para hacer todo lo que nos apetece, sin importarnos que los periodistas y fotógrafos nos persigan, ni nos vean besarnos donde nos apetezca.
Se puede decir que gracias a ti, Manu y yo estamos en ese momento en el que lo único que nos importa, somos él y yo, y como decía cierta canción… y lo que digan los demás está de más.
Incluso Concha, la manager de mi amorcete ha cambiado. Manu me comentó que había hablado con ella y que le había dejado claro ciertas cosas, y por lo que veo, la mujer se lo toma en serio, pues las veces que me ve, me sonríe y siento en ella una afectividad que antes no sentía.
Mientras te cuento esto, estoy en mi habitación rodeada de recuerdos y cajas preparadas para la mudanza, mientras Manu está dormido como un ceporro sobre la cama de mi habitación.
Lo creas o no, necesito despedirme de ti. De la persona que semana a semana ha seguido mi vida, ha mandado su fuerza para que mi relación no acabara y ha deseado que lo mío, como en las películas que salen en la televisión, terminara bien. Y por ello te quiero dar las gracias.
Gracias por tu cariño y fidelidad.
Y por supuesto, gracias por estar cada jueves pendiente de mí.
Has sido parte activa en esta historia, y quiero que sepas que en el amor, da igual ser actor, periodista, panadera o cajero, porque cuando realmente existe magia entre dos personas, lo único que manda es el corazón.
Y visto que la magia existe para mí ¿por qué no ha de existir para ti?
Estoy convencida de que existe para todos y que cuando menos lo esperes, llegará a ti y sabrás aprovecharla, como gracias a ti la estoy aprovechando yo. Y aunque no me veas físicamente a tu lado, quiero que sepas y sientas que te apoyo tanto como tú me has apoyado a mí.
GRACIAS por todo tu cariño. Que tengas una estupenda Navidad y que el 2017 que va a entrar, sea infinitamente mejor que el que se va, y por favor… ¡Sé feliz, sueña y vive!
Con todo mi cariño para mis Guerrera/os
Megan Maxwell



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